lunes, 31 de diciembre de 2007

PLANES CRUZADOS CAPITULO 50

Una vez en el auto, Ramírez abrió el sobre. En él halló fotos en las que se lo veía con Paula el día de su cumpleaños, cuando le robó un beso, con Brenda, abrazados en un reservado de un boliche, en un restaurante almorzando con Laura, y con Vanina en su apartamento, realizando juegos sexuales: a ella debajo de él con las manos atadas a los barrotes de la cama con una soga, y a él en su lugar con los ojos vendados.
También halló un papel, con letras recortadas de un diario decía: “Tu ambición las matará”.
Enseguida se le vinieron a su mente las palabras de Laura: “Cuida de Paula”. Dejó el sobre con las fotos sobre el asiento del acompañante, encendió el auto y arrancó. Pero, tuvo que frenar de golpe, porque frente a su vehículo estaba parada la detective Peralta apuntándole con un arma.

Careo

-Brenda, yo te sentía mi hermana y me traicionaste.- le dijo Paula con enojo- Te metiste con todos los hombres que me amaban: con mi padre, con Jorge y con Mariano; con Mariano, con todo lo que te hable de él, de lo que sentía, ¡Cómo pudiste.
-Estás equivocada Paula yo…
-¡Basta! ¡Basta!, no quiero más mentiras, sé una vez sincera en la vida, por favor.
-Está bien. Yo… yo estuve con Jorge, pero fue por despecho, por soledad…
-Pero… yo lo quería, vos me alejaste de él porque me dijiste que me iba a lastimar, que yo para él sólo era una más de sus aventuras, que cuando me descompuse en su casa él no hizo nada, que no se había preocupado por mí. ¿Eso era verdad?
-No. Te mentí.
-Y cuál es la verdad.
-Antes de que te fueras a ver con él yo te hice un té porque vos estabas nerviosa, yo te puse unas pastillas para dormir, eran muy suaves, sólo quería que te quedaras dormida y faltaras a la cita, pero saliste antes de que te hicieran efecto. Después se ve que al mezclarlas con alcohol te intoxicaste. Jorge me llamó cuando te sentiste mal. El estuvo conmigo toda la noche, esperando tu recuperación. Y los días siguientes vino a verte, pero yo no lo dejé pasa; lo culpaba por lo que te había pasado, por haberte dado alguna droga.
-¿Y él, se fue así como así, no peleo por mí?
-No pudo.
-No pudo o te encargaste que no pudiera metiéndote en su cama.
-Ya te dije, estuve con Jorge por despecho. Un día me sentía mal, engañada por ese hombre casado con el que salía, y me encontré por casualidad con él en un restaurante, empezamos a hablar… nos hicimos compañía toda la tarde. Al día siguiente, volvimos a encontrarnos para almorzar, y al siguiente, y al siguiente, pero sólo nos hacíamos compañía. Hasta que una noche nos citamos en un boliche, bebimos algo y… ese día sí terminamos en su casa. Sólo fue una relación de una noche, algo no planeado que empezó y terminó ahí, te lo juro. Quedamos como amigos.
-Y pensas que puedo llegar a creerte después de todo. No; no te creo, ayer cuando te oí hablar con él supe que seguías en contacto y empecé a recordar lo que había pasado esa noche, que él me había dicho que me amaba, sus besos, sus caricias; estaba dormida, pero sabía que había oído su voz en el hospital. Y recordé la noche que te vi abrazada con el en ese boliche… mi padre me lo había dicho, pero no le creía hasta que los vi.
-¿Tu padre te dijo?
-¿Y Mariano?
-Yo nunca estuve con Mariano, nunca te mentí acerca de él.
-Yo te vi con él el sábado a la mañana y a la noche él me dice que no quiere estar más conmigo.
-No era yo.
-El me llamó para salir el viernes y lo sentí tan dulce que pensé que me iba a pedir casamiento. Por eso, y porque habíamos estado hablando de que ambos soñábamos con tener una casa llena de chicos, con comprometernos con alguien para siempre y porque el día anterior se había detenido frente a una joyería y me había preguntado que anillos me parecían más bellos… Y esa mañana, lo veo con vos, y siento que todo se me iba a esfumar de nuevo, pero a la noche, parada en la esquina que quedamos encontrarnos cuando lo veo venir hacia mí, pensé que el sueño se cumplía. Cenamos, brindamos por el futuro, me dijo que me amaba, pero como a la persona más bella y maravillosa que había conocido, me amaba, pero había alguien más que se había robado su corazón...

sábado, 29 de diciembre de 2007

PLANES CRUZADOS CAPITULO 49

Brenda no estaba segura lo que significaba “todo” exactamente para Paula.
- ¿Recordaste lo que pasó la noche del sábado?
- Recordé “todo”, Brenda, “todos” los episodios que me marcaron, que me atormentaron. Se me parte la cabeza, pero debe ser el efecto de no tomar las pastillas que me dio el psicólogo. Esas pastillas me mantenían como en una burbuja, las cosas pasaban delante de mí como en cámara lenta; yo vivía y no me sentía del todo viva.
- No entiendo, pasó así de repente.
- No. Fue de a poco. Ciertos sonidos, ciertas palabras fueron en estos días disparando en mí recuerdos. Y los recuerdos vinieron cargados de los sentimientos a los que temía. Recuerdo, pero no comprendo.
- Qué cosas no comprendes.
- No comprendo por qué lo hiciste Brenda, por qué me lastimaste tanto.
- Yo, yo lastimarte… Paula, no sabes lo que decís. Yo siempre traté de protegerte.
- ¡No!, ¡Siempre quisiste tener mi vida, y te la apropiaste!
- Basta, no quiero seguir escuchándote, tengo miedo de decir algo que termine hiriéndonos a ambas.
Brenda se levanto y estaba por golpear la puerta para que le abrieran cuando Paula se abalanzó sobre ella y empujándola hacia atrás se interpuso entre ella y la puerta y le dijo:
- Vas a escucharme, ya estoy harta de que me digan que no sé lo que digo, que estoy confundida. ¡Estoy harta, harta!
- Esta bien. Sentémonos y hablemos.


El museo donde trabajaba Laura estaba levantado sobre unas antiguas construcciones. En el subsuelo, en la sala donde se guardaban las obras para ser restauradas, semanas antes, ella había descubierto una puerta que daba a un corredor que conducía hasta el sótano de la iglesia, enfrente del edificio.
Laura se había asegurado de que ambas puertas estuvieran abiertas y la forma de ser cerradas una vez que ella las hubiera usado. Por allí salió con los bolsos con el dinero y las pinturas. Atravesó la iglesia y se subió a un auto que había dejado estacionado en un garaje cercano.
Se alejó de la ciudad, como lo había hecho el día anterior y se detuvo frente al mismo bar. Bajó, entró, pidió un cortado, y monedas para el teléfono. Marcó un número, hablo, y colgó rápido, pagó y sin beber la infusión salió apresurada.

viernes, 28 de diciembre de 2007

PLANES CRUZADOS CAPITULO 48

Jorge oyó la voz de la detective alejarse y la puerta del departamento que se cerraba. Entonces salió del baño y se encontró con el rostro entristecido de la portera
- Jorge, qué está pasando.
- No sé Nélida, no sé.
- Es que… creo que te estabas escondiendo.
- Vanina se vio involucrada en un asunto policial y yo le salí de testigo, esa detective fue la que la interrogó y quien me tomó declaración a mí también, ella sabe que éramos muy allegados y que soy una de las últimas personas que estuvo con ella. Prefiero, en este caso, quedarme más al margen, hay cosas que no me cierran, no quiero quedar pegado.
- Si, a veces la policía busca chivos expiatorios. Sé que sos un buen muchacho. Vos y Vanina nos ayudaron mucho cuando José estuvo enfermo. Nosotros no nos vamos a olvidar nunca de eso, y de lo de la casa.
- Eso ya pasó.
- Si no fuera por vos, ese arquitecto nos dejaba un departamento de portería que parecía una cucha de perro. Vos reformaste todo para que estuviéramos más cómodos y yo pudiera traer a vivir a mi mamá que estaba postrada. Todavía cuando lo veo me da escozor… no me gusta… no me gusta para nada- decía mientras movía la cabeza en un claro gesto de desaprobación.
- Como es eso…, lo siguen viendo.
- Y, viene a verla a Vanina. Ella dice que es un buen cliente, y nosotros sabemos de qué clientes se trata.
- No sabía nada.
Esta información que Ramírez desconocía lo golpeo. “Roberto frecuentaba a Vanina”, “Roberto y Vanina”, repetía una voz en su cabeza una y otra vez.
- Debo irme- dijo de repente.
- Espera- lo retuvo Nélida-. Este sobre estaba entre los de correo. Es para vos.
-¿Para mí?- preguntó asombrado.
- Si, es raro, no tiene remitente, ni sellado. Se lo dejamos a Vanina, pero José lo rescató de su departamento cuando entro la policía, no quería que nos hicieran preguntas sobre vos. ¿Hicimos bien?
- Gracias. Ahora yo les debo una.

jueves, 27 de diciembre de 2007

PLANES CRUZADOS CAPITULO 47

Ramírez estaba acercándose con su auto al edificio donde vivía Vanina cuando vio las luces de los patrulleros. Estacionó un poco más adelante, tenía un mal presentimiento. Bajo, se acercó a pie, conocía de vista a algunos vecinos, así que espero que alguno entrara para colarse con ellos. Tomó el ascensor hasta el piso del departamento de su amiga, y cuando se abrió la puerta observó que éste estaba vallado. El ascensor no había cerrado aún sus puertas cuando Jorge volvió a ingresar en él, y apretó el botón de planta baja.
Fue hasta la portería, allí encontró a la señora del portero que lo hizo pasar cuando lo reconoció. Su esposo estaba con la policía tratando de ayudarlos. Le contó que dos agentes les habían tocado el timbre para que les abriera el departamento de Vanina. Ellos habían recibido una denuncia anónima de que ella había sufrido un ataque. Cuando entraron la encontraron ahorcada con una soga, ésta estaba atada al ventilador del techo de su living. A la mujer le parecía curioso que fuera un suicidio ya que tenía las valijas preparadas, y había pagado las expensas por adelantado porque había recibido una invitación de su hermana para vivir unos meses con ella. “Alguien que piensa en matarse no hace esas cosas”, le dijo. “Estoy segura que la mataron”, repitió.
Ramírez así también lo creía.
La señora del portero se levantó para atender la puerta, había sonado el timbre. Se oyó la voz de la detective Peralta, entonces, Jorge fue hacia el baño para evitar ser visto.


Paula comenzó a sentirse mejor. Sentía que podía confiar en Brenda, aunque había cosas que ella debía aclararle. Se soltó de sus brazos y aún sin levantarse del piso, se sentó mirándola a los ojos y le dijo: “Recuerdo todo”.

lunes, 24 de diciembre de 2007

PLANES CRUZADOS CAPITULO 46

Laura supo, el día que terminaron las clases, que Roberto se casaría en veinte cinco días. Juro olvidarlo. En cambio, Roberto averiguo donde trabajaba, y durante veinte días le envió rosas. Comenzó con una y le agregaba una más cada día que pasaba hasta completar las veinte. En la primera recibió una tarjeta con un pedido:
Necesito que me des tu amor antes de veinte días o moriré de pena”.
Roberto
P/d.: No tires estás rosas podrás llevarlas a mi velatorio
.


En cada envío la tarjeta que lo acompañaba indicaba los días menos que quedaban:
“Faltan seis días para mi muerte: Vos sola podes detenerla.
Laura, sentía que él la observaba, así que cada día, recibía las rosas, salía a la puerta y las tiraba en la basura.
El día veintiuno recibió una caja negra, con una mariposa de alas negras clavadas en un tergopol y una tarjeta que decía: “Asesina”
El día veintidós le llenó el local de calas: “Necesito que sientas el olor de mi muerte”
El día veintitrés no recibió nada.
El veinticuatro un cadete le llevó una caja grande. Cuando la abrió halló un traje de novio.
Laura no quería que la engañara o la lastimara, algo dentro de ella le decía “no confíes en el”, por eso no se jugaba por su amor.
El día veinticinco pensaba que todo terminaría, pero cuando llegó al negocio ese día, lo halló frente a la puerta, vestido de sport, con una amplia sonrisa que le hacia brillar más la mirada. Laura caminó hacia él, como impulsada por una fuerza extraña. Cuando estuvo a su lado, lo abrazó y lo beso, el le respondió con pasión, luego la alejó y sacó de su bolsillo una cajita con dos alianzas.
Antes de que empezaran los cursos el siguiente año, ya estaban casados, y ella con síntomas de estar embarazada. Laura dejó sus estudios y Roberto empezó a trabajar en un importante estudio.
De a poco, y con gran esfuerzo Roberto hizo carrera, los contactos que Laura le brindaba por codearse con personas de la alta sociedad, gracias a su trabajo en la casa de antigüedades, fueron el impulso hacia su independencia.
En cinco años lograron tener un pasar acomodado, él era un arquitecto respetado y solicitado, Laura seguía en la casa de antigüedades y seguía especializándose en arte. Laura comenzaba a sentir la ausencia de su marido. El estaba prácticamente afuera todo el día, y cuando estaba en la casa se la pasaba jugando con Paula, su hija.
Laura sabía que Roberto la engañaba, pero cada noche regresaba a su lado, y eso la hacia sentir fuerte, la única mujer que era más importante que ella en la vida de él, era su hija y ella a veces sentía por ella rencor, recelo.
Cuando cumplieron diez años de matrimonio organizaron una cena, ese día se sintió realmente humillada, se dio cuenta de la mirada de compasión que algunos le prodigaban y comprendió que muchas de las mujeres que se le acercaban habían sido o eran, las amantes de su marido. Se la pasó atando cabos, viajes de él, coincidían con los viajes de una, las tardanzas de él, con la separación de otra. Ya no le creía nada, y vivía constantemente a la defensiva. El le había prometido una vida de amor que sólo duro un par de meses. Le pidió la separación, pero el se la negó, le pidió una nueva oportunidad y la llevó de viaje.
El idilio duró unos años. Después el volvió a distanciarse, ya no dormía en su cuarto, se la pasaba en el escritorio. Una noche bajó y oyó gemidos, abrió despacio la puerta y vio a su marido haciéndole el amor a la mejor amiga de su hija.
Cuando está imagen se le vino a la mente, Laura lloró, lloró con amargura. Luego se levantó de la silla, sacó los bolsos de la caja fuerte y salió. En la otra habitación Florencia dormía.


HALLAZGO (yapa de navidad)

La detective Peralta se disponía a salir para tomarle declaración a Roberto cuando un agente la interceptó.
-Detective, recibimos una llamada al 911, y cuando fuimos al lugar encontramos una mujer ahorcada. Estaba colgada en el ventilador de techo de su living.
- Agente, no puedo hacerme cargo de esto ahora, necesito tomar una declaración urgente.
-Creo que esto va interesarle. Mire estas fotos, la recuerda… a la tuvimos detenida ayer. Se llamaba Vanina Acosta.

sábado, 22 de diciembre de 2007

PLANES CRUZADOS CAPITULO 45

Laura cuando terminó el secundario comenzó sus estudios para la carrera de Arquitectura. Su familia no tenía un pasar adquisitivo demasiado holgado, así que antes de decidirse a estudiar esa carrera se embarcó en la búsqueda de un trabajo fuera del ámbito familiar que le permitiera costearla.
Toda su adolescencia había ayudado a su madre en el bar de la familia, así que tenía suficiente experiencia en la atención al público, sus estudios de dibujo y la experiencia que le había trasmitido su abuelo, un amante y un gran autodidacta de la pintura, le valieron para hallar un puesto como vendedora en una casa de antigüedades. También su manejo del italiano como si fuera se lengua materna y su fluido inglés, le jugaron a favor para que el dueño en poco tiempo la dejara como encargada del local.
Edmundo Bomplan era un gran conocedor del arte, enseguida tuvo buena química con Laura y decidió tomarla como discípula. Ella era una buena empleada, pero quería que supiera como él, distinguir una obra verdadera de una falsa, y poco a poco, Laura fue haciéndose una gran experta.
Trabajaba medio día en el local y por la tarde visitaba colecciones privadas o galerías donde pudiera adquirir material para el negocio. Bomplan no le exigía que cumpliera un horario, así que tenía posibilidades de trabajar y estudiar sin dificultad.
En su segundo año de la facultad se inscribió en un seminario sobre arquitectura medieval. Era un seminario nuevo, dictado por un alumno del último año especializado en ese tema. Le habían dado muy buenas referencias de él, así que decidió tomar el curso.
El primer día llegó tarde, y nunca pudo olvidarse de la mirada celeste y cristalina que la recorrió de arriba a bajo cuando pasó la puerta del aula y se deshizo en disculpas por su impuntualidad. Su profesor, Roberto Vallejos, la disculpó, pero ella sintió que durante la clase el no le había sacado los ojos de encima y ella no había podido levantar su mirada del cuaderno donde tomaba sus apuntes. Cuando terminó el horario y todos firmaron el presente, Vallejos los despidió de pie apoyado en su escritorio. Laura para salir tuvo que pasar delante de él, entonces Roberto la tomó del brazo, y le recomendó que no se perdiera el comienzo de la clase siguiente porque iba a traer imágenes para proyectar.
Cuando él la tocó, Laura, sintió un escalofrío en todo el cuerpo.
Recordó que durante la semana que hubo entre una clase y la siguiente se la pasó pensando en su profesor, en sus ojos maravillosos, en su pelo, en su voz. Para el siguiente encuentro se apuró tanto para no llegar tarde, que cuando entró al aula no había nadie todavía. Después fueron llegando uno o dos alumnos antes de que el profesor atravesara la puerta cargando el proyector, los libros, las imágenes y colgado del cuello su bolso de cuero.
Detrás de él venía una chica con la pantalla. Mientras acomodaban las cosas, Laura notó que estaban muy próximos, hasta le había parecido que en algún momento se habían rozado, como prodigándose un cariño. Otra compañera le había dicho que era su novia, y que también era alumna del último año de la carrera.
Una tarde, ella estaba en la parte de atrás de la tienda de antigüedades, cuando oyó la campanilla de la puerta indicando una visita. Le pidió a otra chica que atendiera. Por la conversación que tenían con la empleada, se dio cuenta que se trataba de una pareja que buscaba cosas para decorar su futura casa. La que hablaba, pedía y preguntaba era la chica, pero cuando hubo que negociar el precio oyó la voz del varón que la acompañaba y se le sobresaltó el corazón. Era la voz de Roberto. No se animó a espiar, dejó que siguieran con la compra, y cuando se fueron, salió y miro la factura, necesitaba corroborarlo: sí, la factura había sido hecha a nombre de Roberto Vallejos.
Desilusionada por la promesa de un amor que en realidad sólo estaba en su imaginación, se volcó cada vez más al estudio y al trabajo. Cuando Laura se convenció de que lo que sentía por Roberto era algo platónico no sintió más vergüenza de enfrentar su mirada, de tomar la palabra en clase, o de faltar si era necesario, o de llegar tarde.
Para el final del seminario debían escribir una monografía, cuando Roberto le devolvió a Laura la suya, le indicó que en la última página encontraría su nota y las correcciones. Cuando las leyó, descubrió que al final había puesto su teléfono y le decía: “Llamame, me volves loco”. Los rumores sobre su casamiento se habían hecho fuertes. Laura rompió la hoja y trató del olvidarse de él.
Pero olvidar a Roberto era imposible, él no dejaba que lo olviden.

PLANES CRUZADOS CAPITULO 44

Brenda se acercó despacio a Paula, se sentó en el piso, a su lado y le pasó uno de sus brazos por los hombros trayéndola levemente hacía si. No dijo palabra, sólo quería hacerle notar que estaba a su lado como siempre, porque sabía que cuando ella estuviera lista, hablaría.

Antes de que Laura le hablara, Jorge Ramírez había recibido un llamado muy extraño de Vanina Acosta. Le dijo que alguien la había estado amenazando por teléfono con contar a la policía sobre sus robos, y sobre su participación en el caso de Roberto Vallejos si ella no le decía quien estaba detrás de todo. Vanesa le pedía a Jorge que le rebelara quienes eran las personas que lo habían ayudado, y si estaba seguro de confiar en ellas. Le comentó que se iría un tiempo hasta que todo se calmara, y le pidió que se cuidara porque no había terminado todo todavía.
Jorge se quedó intranquilo, y su malestar se incrementó cuando supo que Roberto había despertado, así que terminó de arreglar los papales con el abogado que iba a demandarlo, y de dejar por escrito todo lo que sabía delante de un escribano, y salió hacia la casa de Vanina.
Su temor tenía una sensación conocida, se sentía igual que el día que Paula se descompuso en su casa y se alejó para siempre de él, sentía que estaba pediendo también a Vanina.

viernes, 21 de diciembre de 2007

PALABRAS DE LA ESCRITORA

Les pido disculpas a todos aquellos que ayer ingresaron al blog para leer la actualización. Tuve que dar un final y estuve dedicada al estudio.
Me fue muy bien.
Mañana (sábado), habrá dos posteos para compensar, con datos importantes de esta historia.
Gracias por seguir la novela.

lunes, 17 de diciembre de 2007

PLANES CRUZADOS CAPITULO 43

El abogado de la familia Vallejos, Alberto Robles llegó a la comisaría acompañado de uno de los mejores abogados penalistas del país, Vicente Ramos Córdoba. Ambos entraron a hablar con Paula, pero salieron desilusionados y de mal humor. Ella se había negado a decir palabra, y mientras estuvieron con ella, se había mostrado ida. Robles pensó en alegar locura temporaria y usar su historial clínico para pedir una fianza a cambio de someterla a pericias psiquiátricas. “Si no colabora con nosotros no vamos a poder ayudarla mucho, si se niega a hablar debemos tomar su silencio como una aceptación de la culpa, así que tenemos que trabajar con lo que tenemos: Ella tiene problemas psicológicos y su comportamiento actual nos corroboran que no está bien”, le dijo A Brenda mientras se disponía a llenar unas formalidades y se comprometía a tener noticias para esa misma tarde o la mañana siguiente a más tardar.

Brenda le comentó lo que había visto en la televisión, le pidió que se encargara de mantener a la prensa lejos de Paula y de que no usara ese caso para una publicidad personal como había hecho en otras oportunidades con otros clientes, porque Paula no estaba bien y no podría enfrentarse a las preguntas de nadie, su temor era que pudiera decir algo de lo que después pudiera arrepentirse. Robles y su colega le prometieron hace todo lo posible por sacarla de allí, y el primero le aclaró que Vallejos le pagaba más de lo necesario, que no necesitaba ninguna publicidad extra.
Cuando Laura la llamó a Brenda para contarle las últimas novedades, ésta estaba en un bar cercano ingiriendo algo de comida. Ni bien supo que Roberto había despertado, salió corriendo hacia la comisaría a buscar a la detective Peralta para que fuera hablar con él y así se aclarara todo con Paula.
La detective no estaba en esa dependencia policíaca, había regresado a su oficina en otra seccional, pero quedaron en avisarle. A Brenda no le importaba nada, no le preocupaba que Laura descubriera que había entrado en su casa y destruido el estudio de Roberto, y supiera sobre el romance con su esposo, ya no le inquietaba que Roberto la rechazara para siempre, lo único que realmente le importaba era la libertad de su amiga, de su hermana, que estuviera en paz.
A un policía le insistía una y otra vez para que le informara si la detective había ido a tomar declaración al hospital, a otro le rogaba que la dejara pasar a ver a Paula, aunque sea sólo un segundo. Un policía se dejó convencer por su insistencia y la cubrió para que entrara a la oficina en la que estaba demorada Paula.
Cuando abrió la puerta a simple vista no había nadie en esa habitación, se acercó a una mesa, la llamó, oyó un pequeño quejido, miro detrás de una silla y vio a Paula en el suelo, sentada abrazando con sus brazos sus piernas y con el rostro hundido en su pecho, sollozaba, y gemía como un perro.

viernes, 14 de diciembre de 2007

PLANES CRUZADOS CAPITULO 42

Florencia regresó al despacho de Laura. Su asistente ya le había dejado los dos cafés y los tostados en una mesa cercana a su escritorio. Laura la invitó a sentarse y a comer. “Nos espera una tarde larga, hay que reponer fuerzas”, le dijo, y le preguntó si se sentía mejor, porque le veía mejor semblante y si había tenido alguna noticia de su hermano. Florencia volvió a lagrimear, se secó con sus dedos las lágrimas, y le dijo que estaba algo mejor, pero que todavía no la había llamado.
Comieron en silencio. Florencia estudiaba los gestos de Laura, la delicadeza con la que tomaba la taza y el pan, la suavidad con la que su mano corría los cabellos que le caían sobre el rostro. Detenía su mirada en su boca en esos ojos… “esos ojo, esos ojos…, sí que es realmente hermosa, pensó, más hermosa de lo que le habían dicho, una mujer difícil de olvidar y de dejar”. Laura a su vez, se sentía observada, se mantenía junto a Florencia porque ella era su único contacto con los secuestradores, había algo en ella que no le gustaba, le parecía que no había sido del todo sincera. Trataba de mirarla sin que se diera cuenta, cómo tratando de llegar a lo que pensaba su mente. Cuando ambas miradas se cruzaban, las dos bajaban la vista, sin decir nada.
El silencio se cortó por el sonido del celular del bolso de Florencia.
Eran uno de los secuestradores, le preguntó si había conseguido el dinero. Cuando respondió afirmativamente, le indicó que la volvería a llamar a las siete y media de la tarde, que debía estar estacionada a esa hora, en la ruta 9 kilómetro 2, en una playa de estacionamiento de una estación de servicio, que de ahí él le indicaría a donde debía moverse para realizar la entrega del dinero. Florencia pidió hablar con su hermano, pero le cortó sin recibir respuesta.
Para la hora indicada faltaban tres horas, tres eternas horas. Florencia se apartó a otra sala y se recostó en un sillón abrazada al celular para poder oírlo si se quedaba dormida. Pronto los párpados comenzaron a pesarle y se dejó ganar por el sueño.
Laura primero llamó a Brenda para contarle las últimas novedades: la mejoría de Roberto, el llamado de los secuestradores y la hora fijada para la entrega del dinero. Después, fue hacia su escritorio, se inclinó en su sillón y empezó a recorrer con su mente cada momento que la había conducido hasta allí.

jueves, 13 de diciembre de 2007

PLANES CRUZADOS CAPITULO 41

Laura bajó del auto acompañada por Florencia y portando ella misma los bolsos con el dinero y las pinturas. Se dirigió directo a su despacho y guardo todo en la caja fuerte. Cuando su asistente la vio pasar la siguió y le dio el recado de la enfermera: Roberto había despertado.
Florencia se había demorado en una sala observando unas pinturas, había reconocido en ellas la firma de su hermano. Era una serie de desnudos. Se repetía en ellos la misma mujer, ésta aparecía de espaldas o de frente con un velo cubriéndole parte del rostro. Sus ojos tenían un brillo especial, le parecían conocidos. Se acercaba para mirarlos con más detenimiento cuando Laura la llamó.
La invitó a pasar y le indicó a su secretaria que le trajera dos cafés y algo para comer. Le dio la noticia a Florencia sobre Roberto y a ésta se le cayeron unas lágrimas. Laura lo notó, a pesar de que ella quiso disimular. La tranquilizó, le prometió que pase lo que pase, que aunque Roberto recuerde quién fue su atacante y Paula quede libre, ella iba a ayudar a Mariano, porque así lo quería su hija.
Florencia sentía una profunda tristeza invadiendo su pecho. Le pidió a Laura que le indicara dónde quedaba el baño.
Cuando Laura se quedó sola en su despacho, cerró la puerta y se cercioró de que no hubiera nadie cerca. Se sentó en su escritorio y llamó por teléfono a Ramírez.
Jorge estaba aún en el estudio del abogado. Laura le contó sobre la mejoría de su marido.
- Me alegro que ya esté mejor Roberto. Esto es una buena noticia para Paula, seguro va a poder quedar libre.
- Sí, estoy segura que Paula no tuvo nada que ver y Roberto va a poder demostrarlo, pero también te aviso porque sé lo que estás haciendo. Te enfrentas a un gigante.
- Ya lo sé.
- Yo creo que sos una buena persona Jorge, y que lo malo que pudiste hacer lo hiciste llevado por las circunstancias, sé lo que es vivir a la sombra de Roberto. Te pido que pase lo que pase, no digas nunca cómo conseguiste esa documentación, quien te facilito la entrada a la casa. No quiero saber si te ayudó alguien más, aunque lo imagino. Se más cosas de las que otros se imaginan.
-Esto no podía hacerlo solo, pero esa persona no sabe que fuiste vos quien me ayudo a conseguir todo, te doy mi palabra. Estas en el hospital o en la comisaría.
- En ninguno de esos lados, estoy en mi trabajo, necesito resolver unas cosas antes, ya te vas a enterar, ahora tenés que terminar lo que empezaste y concentrarte en eso. Te pido un último favor.
- Si, lo que quieras.
- Cuida de Paula.
- Yo a Paula la amo y es lo que quisiera, pero ella…, ella no sé si me va corresponder, y vos… por qué me decís eso… qué pasa Laura.
- Cuida a mi hija de su padre, necesito que no quede expuesta. Jorge, no me preguntes por qué, pero ella va necesitarte.
- Te lo prometo.
Laura cortó antes de que Jorge pudiera decir algo más.
Florencia, en el baño, intentaba usar su celular. No tenía buena señal, así que tuvo que salir a un jardín interno. Laura se levantó de su escritorio y caminó hacia una ventana, quería respirar un poco de aire fresco, cuando corrió la persiana vio a Florencia con el celular en la mano. No abrió el vidrio para no hacer ruido, se quedó detrás de él observándola. Florencia fruncía el seño mientras hablaba y después, antes de cortar sonrió a carcajadas, dejando ver su blanca dentadura.

lunes, 10 de diciembre de 2007

PLANES CRUZADOS CAPITULO 40

- Mariano, no seas idiota. Cómo vas a soltarte, es peligroso.
- Ya estoy harto de todo esto, no aguanto más Pedro.
- Sólo faltan unas pocas horas, ella se está jugando por vos, no arruines todo.
- ¿Todo está bien afuera?, tengo el presentimiento de que algo está pasando.
- Roberto sufrió un robo y está en el hospital, eso retrasó las cosas, pero todo va a estar bien. Pedí de entrar porque me imaginé que el cambio de lugar te habrá sobresaltado, y porque ella está preocupada. Ya me tengo que ir para que no haya sospechas.
- Esta bien. Si algo sale mal, ya sabes quien tiene que salir limpio de todo ésto.
Pedro ayudó a Marino a volver a ponerse las esposas, le guardo la llave en el pantalón y salió del lugar, apagó unas luces que dejaban ver más el lugar, entonces Mariano se quedó entre las penumbras deseando que el tiempo corriera más rápido para que llegara el momento de la liberación

En el hospital, la enfermera, siguiendo las instrucciones del médico de Roberto, había estado toda la mañana tratando de hallar a Laura, pero ésta tenía su celular apagado. Llamó a su casa y nadie respondió. Finalmente, le dejó un mensaje a una empleada del museo donde trabajaba para que se lo de si llagaba a pasar por allí.
Roberto estaba aún soñoliento por el calmante. Intentó incorporarse un poco en la cama, pero se sentía mareado, esperaba que entrara por la puerta algún rostro conocido.
La puerta se abrió y el que entró fue el doctor junto a la enfermera que entró a tomarle la fiebre.
- Señor Vallejos, cómo se siente- le tomó el pulso, oyó su corazón, le miró los ojos- creo que ya está mucho mejor.
- ¿Y mi esposa o mi hija?
- Señor- le dijo la enfermera- yo llamé a su esposa, pero tenía el celular apagado, le dejé un mensaje en su trabajo, seguro vendrá pronto.
Se quedaron todos en silencio, mientras la enfermera le sacaba el termómetro, se lo daba al doctor quién anotaba en una planilla. Después está le acomodó la almohada y le preguntó si necesitaban algo más. Ambos negaron con la cabeza, entonces la enfermera tomó sus cosas y salió.
- Gonzáles, necesito salir de acá cuanto antes.
- Roberto, sabes bien que ni mi padre ni yo te preguntamos nunca nada, ni te negamos algún favor, pero vos cada vez me pedís cosas más arriesgadas. Los calmantes que te di junto con los sedantes fueron de una dosis mayor de la recomendada, y no se van a salir de tu sangre rápidamente, necesitas quedarte un tiempo más así.
- Me siento débil y mareado, pero la herida no me duele, quisiera estar fuera para la noche.
- Es normal que te sientas así, la herida es superficial, te la vendé y di puntos para exagerar el parte y poder retenerte internado. Ayer me diste un susto con la reacción de tu corazón, por suerte no llego a ser un paro.Y lo de tu alta, lo intentaré. En la radio la enfermera oyó que dieron la noticia de tu ataque. No dijeron donde estabas internado, por suerte. Además hay una detective que quiere tomarte declaración.
- Lo de los medios puede servirnos, podes decirle a la detective que me mandaste a mi casa para que no me molestara los periodistas.
- Pero necesitamos que venga Laura, no te podes ir solo.
- Es raro que no éste acá.
- Ella quería trasladarte a un sanatorio, por suerte desistió y creo que a ella también la llevaron a la policía a llenar unos papeles. La última vez que la vi fue ayer a la noche,estaba hablando con tu socio y una detective la buscaba porque tenía novedades de tu caso.
- Así que vino Jorge… y pasó alguien más.
- Paula estuvo ayer y después no sabría decirte, creo que no.
- Esta bien, Paula debe de estar ahora ocupada, prepara todo para que salga esta noche, si no llega Laura, te voy a pedir que llames a alguien más.
Gonzáles salió y Roberto se quedó dibujando en su cabeza la trama de un plan que estaba por llegar a su final.

sábado, 8 de diciembre de 2007

PLANES CRUZADOS CAPITULO 39

Laura llamó a uno de los agentes de seguridad que solía acompañar a su marido a hacer los trámites por los bancos para que las acompañara y condujera el auto mientras retiraban el dinero. El automóvil estaba blindado, desde que Roberto había sufrido un atraco a la salida de su estudio había tomado la decisión de brindar sus autos. También había contratado seguridad privada para que lo condujera en la realización de sus trámites, y también para que la acompañara a Laura, especialmente para cuando estuviera en el museo y cuando tuviera que trasladar piezas de arte.
Roberto era tan precavido en materia de seguridad, decía que “le había costado mucho obtener lo que tenía para que un desgraciado se la arrebata en un segundo”. También su ambición, su popularidad y su creciente fortuna le habían prodigado varios enemigos. Por temor o por desconfianza, había sacado cuentas en diversos bancos, a nombre de Laura y Paula la mayoría, pero él era cotitular de todas, de manera que no pudieran hacer un gran retiro de alguna de ellas. Laura había convencido a Paula para que sacara una caja de seguridad a nombre de ambas, le había dado un sobre con dinero para que se lo guardara (del que Paula nunca supo cuánto era, ni se animó a abrirlo, le parecía que era algo privado de su madre y lo respetó). Sólo ellas dos sabían de esta caja, no le habían dicho nada a Roberto, por eso Laura le dejó las llaves a su hija, y cuando tenía que hacer un retiro o dejar algo le pedía que la acompañara. Hace dos meses atrás había guardado unas pinturas, las que iba a ir a retirar hoy.
Lo detallista y obsesivo de su marido con la seguridad le daba desconfianza con respecto a lo que la había pasado el sábado. Era incapaz de salir solo con alguien al que no conocía y menos hacerlo subir al auto. El que lo atacó debía ser un conocido, pero su hija no, su hija era imposible.
Florencia acompañó a Laura a retirar cien mil pesos de una de sus cuentas, lo máximo que le era permitido, sin autorización de Roberto. Después se dirigieron a otro banco y esta vez bajo sólo Laura, era para retirar dinero de la caja.
Cuando regresó, Florencia notó que traía dos bolsos, y que el dinero anterior lo había puesto en uno de ellos.
- Ya está. Sólo hay que esperar que llamen.
- Donde esperamos. Vamos a su casa- preguntó Florencia.
- No. Mejor al museo. Allí hay una caja fuerte, podemos dejar todo ahí hasta que llegue la hora.
Laura había apagado su celular. No quería interrupciones. Iba a prenderlo camino al museo, pero prefirió dejarlo así, cuando lo necesitara ella se comunicaría con el resto del mundo. Ahora tenía que pensar en ella, una vez en la vida sólo en ella.

martes, 4 de diciembre de 2007

PLANES CRUZADOS CAPITULO 38

Laura pidió las pertenencias de su hija a la policía. Revisó el bolso y en un bolsillo oculto encontró la llave de la caja. Ella se la habían sacado junto a Roberto cuando todavía era menor de edad, entonces tenía la autorización del banco para abrirla, pero cuando cumplió la mayoría de edad la hicieron cotitular y le dieron todas las copias de las llaves, pero por algún problema que sucediera, sus padres conservaban su titularidad.
Con la llave en su poder, Laura decidió ir al banco junto con Florencia, por si se volvían a comunicar con ella los secuestradores. Le pidió a Brenda que se quedara a esperar al abogado y para que esté cerca de Paula por si necesitaba algo.
Brenda se sirvió café en una máquina expendedora de la sala de espera, caminó en círculos por el lugar. Se detuvo frente a una oficina que tenía la puerta abierta, allí había un televisor que estaba en un canal policial. En un flash informativo daban noticia del ataque perpetuado a un arquitecto muy reconocido de la ciudad, y la sospecha sobre la autoría de su hija. Se quedó a oír si decían la comisaría donde estaba detenida Paula, pero no dieron más detalles. Esta noticias vista en la televisión la puso más nerviosa, seguramente un policía dio la información a los medios, pronto podrían caer los periodistas en la comisaría como en el hospital, Roberto era un hombre de gran renombre y con importante contactos políticos y sociales. Brenda se puso nerviosa porque tenía que preservar a Paula, ella era frágil, inestable, se podía dejar llevar por la presión y no salir más de este laberinto en el que ella misma había decidido ingresar.
Jorge Ramírez había llevado todos los papeles a un abogado de su máxima confianza y que desde hace tiempo había querido tener pruebas contra Vallejos y otros poderosos corruptos.
Mariano, intranquilo, sentía cómo iba pasando el tiempo. Las sombras y luces del galpón
donde estaban se modificaban indicando el paso de las horas. Hacia mucho que no oía ruidos cercanos. Se palpo la ropa, y halló lo que esperaba, “no dejó nada librado al azar”, dijo para sí. Abrió las esposas, comenzó a tocarse la muñeca, “esto era por de lo que pensaba”, pensó. Quería salir a espira, cuando oyó una puerta que se abría, no llegó a volverse a poner las esposas cuando alguien estuvo frente a él.
- ¿Vos?- exclamó.

sábado, 1 de diciembre de 2007

PLANES CRUZADOS CAPITULO 37

Paula tenia la cabeza llena de voces, de imágenes que se sucedían, y se superponían. Los ojos de terror de su padre cuando fue a verlo al hospital se le clavaron en el corazón, Su dificultad por resolver los episodios traumáticos de su vida la han llevado a pensar que las cosas no son tal como las ve, que a veces pueden ser distintas. Lo que creía seguro, era algo quebradizo y lo frágil resultaba más fuerte de lo pensado.
La habían conducido no aun calabozo, sino a una oficina vacía en el fondo de la comisaría. Esta sentada cuando vio entrar a su madre y se lleno de emoción., se levanto, corrió hacia ella y la abrazo.
_¿Qué hiciste Paula? ¿Por qué mentiste?
- No quiero hablar de eso mamá. Sólo necesito que te quedes un rato conmigo, necesito saber que puedo contar con vos, sentirme querida.
-Vení, sentemos acá.- Laura la tomo de la mano y la condujo hacia las sillas- sé que vos no pudiste hacerlo, y no sé que es lo que te lleva a cargar con la culpa, pero yo te quiero fuera de esto, y si vos no declaras a tu favor, y como la policía ya te ha creído culpable, lo único que te puede salvar es una declaración de Mariano.
- Y él que tiene que ver con esto.
-El estuvo con vos la noche del sábado y la madrugada del domingo.
-No estoy segura de eso.
- Bueno él es el único que nos puede aclarar todo. El no está desaparecido, está secuestrado, algo le pasó también ese día, y creo que puede ser que vos algo sepas, pero hoy no recordas. La policía no sabe nada, pero ya se comunicaron con la hermana los secuestradores.
- Y que le dijeron.
- Pidieron por su libertad una cifra muy elevada. Su familia no la tiene, yo me ofrecí a cubrir una parte, pero sin tu padre bien no es mucho. Necesitaría que me des la llave de tu caja del banco para sacar el resto del dinero y las pinturas con eso creo que lo cubriremos y Mariano quedara libre.
- Si, yo te doy la llave, no tengo problema, quisiera ayudar, no sé si también soy culpable de eso. Mariano no tiene mucho dinero, ni su familia, viven bien, pero tal vez se confundieron. Te la doy para que Mariano quede libre, no yo. Yo estoy bien. Acá estoy bien, no le hago mal a nadie.
-No hace falta que te hagas esto, Paula
- Una copia de la llave está en mi bolso. La debe tener la policía, el viernes fui al banco y retire algo, creo que no la saque de mi bolso… sino, hay una en la mesa de luz de mi departamento.
- Alguien golpeó la puerta. Era la señal que debía dejar la oficina.
Laura se levanto, le dio un beso en la mejilla y caminó hacia la puerta. Paula volvió a llamarla:
- Mamá
- Si-, dijo Laura sin volverse.
- Te perdono.
Entonces su madre salio de la sala sin pronunciar palabra.