sábado, 23 de febrero de 2008

DESCANSO

Por vacaciones, me voy a ausentar una semana.
A mi regresó continuaré con el capítulo seis de esta historia.

Ana

jueves, 21 de febrero de 2008

CINCO

A los gritos de los pasajeros le siguió un momentáneo silencio, el desconcierto, y un murmullo que iba creciendo a medida que ellos se miraban y comprobaban que no estaban lastimados.
-¿Victoria, estás bien?- le preguntó Octavio.
- Sí, eso creo-,respondió ella.- ¿Qué habrá pasado?
No era la única que se lo preguntaba. “Seguro que fue un suicida”, “Son la vías que están mal, la empresa no arregla nada”, “Parece que es un paro sorpresa”, todos especulaban y sacaban conclusiones. De repente, un guarda entró al vagón acompañado de un policía, abriéndose paso y gritando: “¡No pasó nada señores!, ¡No se asusten, y permanezcan en sus lugares, pronto seguiremos viaje!
-Tratemos de seguirlos, creo que podemos conseguir una buena nota- Le sugirió Victoria a Octavio.
-¿Te parece? - le respondió él, pero Victoria ya estaba pegada detrás del policía.
Cuando ella pasó delante de Ámbar y la niña ciega, la pequeña estiró su mano, como si pudiera verla caminar, para tocarla, pero Victoria pasó tan rápido, que ella se quedó con su mano suspendida en el aire, y luego cerró el puño como queriendo apresar una caricia. No supo bien porqué lo hizo, o si le dio pena, o si fue porque se vio algo reflejada en ella, pero Ámbar estiro su brazo y le tomó su manito, se la agarró fuerte, se la llevó hacia su boca y la beso. Después se agachó a su altura y la abrazó. Esta vez, al tocar su piel no sintió el ardor del fuego, sino un frío que le corrió por el cuerpo. “Todo está bien, no temas", le dijo. La niña respondió a su abrazo, y su perro fiel le beso la mano en señal de amistad. Una profunda tristeza la invadió, y su corazón le gritó que esa niña iba a ser especial para ella.

......

Mucho antes que subte partiera a destino, aún antes que Ámbar se diera su baño, y que Octavio despertara sólo para mirar a Victoria dormir. Previo al hallazgo de la joven por Emiliano, varias, varias horas antes de que las primeras luces del día empezaran a bañar la ciudad, Horus bajó al sótano de su casa vestido con el color del sol.
En dos esquinas de la habitación había dos altares. En el del lado oeste, Horus había preparado tres velas rojas. Se mojó las yemas de sus dedos con aceite, y lo esparció sobre cada una de ellas, desde el centro hacia sus extremos, terminando por la base y el pabilo. Mientras repetía la acción decía en voz baja: “Que el pueblo de Humer nunca pierda el poder sobre sus enemigos. Valor para nuestros guerreros, honor para nuestro rey”. Luego las encendió y fue hacia el altar del lado este. Del mismo modo vistió siete velas negras que colocó formando un círculo y rodeando una figura tallada en madera de una cabeza de puma. “Cuando el sol de la espalda a la luna, y todo sea oscuridad, su mente se teñirá de olvido y ya no recordaran el camino a su casa”, pronunciaba.
Luego encendió incienso natural y caminó hacia el centro de la sala, donde había una mesa con un libro cerrado, sus tapas eran doradas y tenía dibujado un trébol de tres hojas.
Se paró frente a él, bajo la cabeza en señal de oración y así permaneció en silencio.
Cuando la joven se cruzo en el camino del subte que transportaba a Ámbar, a Octavio y a Victoria, en la habitación cerrada donde estaba Horus corrió un viento que apagó las velas.
“Ya pasó el encuentro, empezó a correr un nuevo tiempo”, expresó. Y abrió el libro, y escribió algo en él.


Continuará...

lunes, 18 de febrero de 2008

CUATRO

Emiliano delataba en su rostro igual o mayor sorpresa que el de la joven encontrada. Inmóvil y boquiabierto no pudo reaccionar a tiempo cuando ella dejó la comida, se paró y arremetió contra él, obligándolo a hacerse a un lado. Él se tambaleó y se fue contra una pared, de la que se sostuvo para no caer, raspándose la palma de la mano y la muñeca, la que comenzó a sangrarle.
Oyó el trajín de un subte acercándose, y se le cruzó el peor temor. Corrió hacia el tablero de luces y encendió las que correspondían a ese túnel y que estaban apagadas.
“¡No temas no voy a hacerte daño!”, “¡Es peligroso andar por acá!”, le gritaba sin dejar de seguirla.
Unas seis columnas, separaban esa vía que se usaba de cochera de una que unía el recorrido del subte sur entre dos estaciones.
Las piedras hacían resbalar a la joven, pero no se caía. Salió por entre las columnas a la vía utilizada, uno de sus pies se enganchó en uno de los rieles y cayó hacia delante con todo el peso de su cuerpo y sus dos manos apoyadas en las trochas.
El maquinista le pareció ver algo, toco bocina e ilumino más el camino, entonces la vio. Pude distinguir, entre la bruma del ambiente y las sombras, sus verdes ojos, que se clavaron en él. Apretó el frenó con todas sus fuerzas, y no pudo bajar la vista, su mirada era sostenida por ella, quien le infundía una serenidad extraña, que no le dejaba pensar en que la distancia para frenar sin dañarla no era la suficiente.
Las ruedas de los vagones echaron chispas y todos los pasajeros se movieron de sus asientos.
Victoria iba distraída y sin agarrarse, se fue hacia atrás, pero la mano de Octavio detuvo su caída. Fue al sentir su mano en su espalda cuando le pareció vivir un déjà vu, un momento que le pareció repetido de otro tiempo.
Ámbar se tomó fuerte del pasamano colgante, y la niña ciega que viajaba cerca de ella se agarró de su brazo mientras su perro le hacia de contrapeso en la parte trasera de sus piernas para que no perdiera el equilibrio..
La mano de la niña le quemó la piel, fue un segundo que no sintió nada y en su cabeza empezaron a sucederse una serie de imágenes: una espada cortando el aire, un guerrero caído sobre un río de aguas verdes que se teñía con su sangre. Las aguas rojas bajando por una cascada hacia un pueblo de casas bajas ubicado entre dos montañas. Fuego, piedras, un libro de tapas azules; un bosque con árboles de hojas negras como la tierra de los cementerios…
El tren se detuvo y el último sacudón separó la mano de la niña de su brazo y las imágenes cesaron.
La locomotora se detuvo a menos de diez centímetros de la joven. Emiliano que llegó a ver la escena pensó “es un milagro”. Antes que el subte parara un destello de luz irradió de la chica hacia la máquina, y todo terminó.


Continuará...

jueves, 14 de febrero de 2008

TRES

El andén de la estación de subtes estaba lleno cuando llegó Ámbar. El mayor espacio era ocupado por un grupo de niños, que parecían de un colegio u hogar, acompañados por dos monjitas. Le llamó la atención una niña, que apartada del resto, estaba sentada en un banco junto a su perro lazarillo.
El subte llegó y todos subieron bulliciosamente. Las puertas de su vagón estaban cerrándose cuando un joven las retuvo con su bolso y las abrió para que pasara la chica que venía con él.
Después el subte partió.

El mismo día, media hora antes

Boca arriba dormía Victoria, con un brazo debajo de su cabeza y el otro apoyado cerca de sus pechos. Dormía desnuda, con los labios levemente separados y respirando fuerte.
Octavio la observaba embobado; indudablemente la amaba. Amaba su piel tierna, su cabello suave y desprolijo cayéndole por su rostro. Adoraba los discursos que sus manos dibujaban en el aire cuando acompañaban a dulces palabras, o cuando se encrespaban en las discusiones. Veneraba al dedo que conducía su mentón a sus besos o al que se elevaba para recriminarle algo. Le gustaba esa mirada cómplice que tenían en el trabajo, y la que se encendía cuando la dejaba ser el timonel de sus noches.
Le quitó la sábana que la cubría para mirarla dormir de cuerpo entero. No pudo contener la tentación, se volteó, e intentando no hace ruido, acercó a la cama una silla en la que había dejado su bolso con la cámara de fotos. La sacó, la preparó y disparó. El flash cayó de lleno sobre los ojos de Victoria, y se despertó.
-¡¿Qué haces?!- le preguntó con tono de reproche.
-Nada. Sólo te estaba mirando.
-¿Qué hora es?
-No me fijé.
Victoria estiró su brazo para alcanzar el reloj despertador y al ver que marcaba las once y media, se levantó de un saltó y salió corriendo hacia el baño.
-¡Vestite Octavio!, estamos llegando tarde.
-Pero… si entramos a la una.
-Pero justo hoy, teníamos una reunión a las once con Miriam para coordinar las investigaciones especiales del mes ¿O Te olvidaste que fue tu idea la de arreglar para esa hora?.
-¡Uy!, me re olvidé.
-¡Uy!¡Uy!¡Uy!- repitió ella con burla.
-Es que cuando estoy con vos me olvido de todo- le respondió él con un susurro cálido y que vendía el amor que sentía por ella.
-¿No te estarás poniendo la misma camisa?- le dijo Victoria disimulando no haberlo escuchado, pero su rostro sonrojado mostraba lo contrario.- Vos sabes como son en la redacción, enseguida van a decir que no dormiste en tu casa.
Octavio se sacó la camisa que se había puesto, la colgó en la silla y fue hacia uno de los cajones de la cómoda a sacar otra limpia. Victoria salió del baño a medio vestir, se calzó unos pantalones ajustados, las sandalias y se puso su perfume favorito. El agarró sus cosas, y ella fue hasta el comedor para tomar su cartera y la notebook.
-¿Qué me olvido? ¿Qué me olvido?- preguntaba. Y de repente le dio un largo y profundo beso a Octavio, quien tuvo que levantar, antes de salir, la parte de su cuerpo que había caído derretido frente a la puerta
Mientras bajaban en el ascensor, Victoria repasaba las ideas que tenía para contarle a su jefa de sección. Al llegar a la planta baja le dijo a Octavio.
- No llevemos el auto, hoy están anunciadas muchas concentraciones y va a estar todo cortado, vayamos en subte mejor.

Continuará...

martes, 12 de febrero de 2008

PREMIO

Eseya, de muñecas con historia me ha honrado con este premio:



Reglas:

1-Este premio debe ser entregado a los blog que yo frecuento habitualmente y dejo comentarios por considerarlos buenos blog.
2-Deben ser 7 blog los elegidos ( o hasta 7).
3-Debe exhibir a Skynet como el creador de este premio.

Y mis premiados son:......

. Historias para contar (http://mishistoriaspreferidas.blogspot.com)
. Emperador de una mente sin recuerdos (http://enalgunlugardetrasdelarcoiris.blogspot.com/
. La cueva de susana (http://lacuevadesusana.blogspot.com)
. El cristal con que se mire (http://elcristalconquesemira-rossana.blogspot.com)
. Entre la espada y la pared (http://relatosdesesperados.blogspot.com)

lunes, 11 de febrero de 2008

DOS

El mismo día, tres horas antes.




Ámbar puso un cazo en el fuego y sobre el derramó agua mineral y hojas de aloe, que tenía en un frasco cerrado, junto con flores de manzanilla y hierbaluisa. Lo dejó hervir unos quince minutos. Después, tomó el recipiente, subió a la planta alta y fue hacia el baño. Tapó la bañera, abrió la llave del agua caliente y esperó que se llenara. Vertió el líquido preparado en su interior. Se quitó la bata que lleva puesta y se sumergió. Recostó su cabeza en uno de los lados y cerró los ojos. Cuando el agua se enfrió, salió, se secó, se puso la ropa interior y un vestido de bambula de color naranja.
Caminó descalza hacia una habitación enfrente del baño. Encendió un incienso de aroma suave, se arrodillo frente a una mesa cubierta con un mantel blanco y prendió con un cirio un velón negro y otro blanco ubicado en las dos esquinas traseras, y unas más pequeñas de color oro en el centro.
Bajo la mirada y oró:
- Mi creador, sé que no debo pedir por mí, ni usar mi don para mi beneficio, pero necesito sentirme hoy fuerte y segura de mí misma. Necesito que me vaya bien en la entrevista de trabajo, no quiero perder la casa, ni venderla. Mi madre ha sido tu servidora y yo, sigo su camino. No me abandones.

Permaneció en silencio y en comunión con el universo por cerca de una hora. Antes de pararse apagó las velas con un despabiladero y en sentido contrario al que las había encendido.
Bajo por las escalera, se calzó, tomó un bolso y salió a la calle.
En la puerta, una vecina la paró para preguntarle qué debía hacer con la ropa del
hombre que amaba y con la que había estado durmiendo por siete noches apretada a su pecho. Ámbar le respondió que debía cortar un trozo y quemarlo el viernes antes de salir el sol, y poner la cenizas en contacto con la piel de él, “seguro que va a amarte si piensas que puede ser posible”,
Cerca de la esquina, otro vecino le pidió un talismán y una joven panadera le rogó que hiciera algo para que las cosas funcionen mejor en su negocio.
Le faltaba unos metros para llegar a la parada y vio pasar al colectivo que debía tomar,
corrió al ver que detrás venía otro, pero la luz verde le daba paso, y siguió de largo.

- Dicen que cuando uno hace el bien te repercute tres veces, pero en mí esa regla no funciona.- Recogió sus cabellos de fuego – Voy a tener que ir a tomar el subte si quiero llegar a horario.



(continuará )

jueves, 7 de febrero de 2008

UNO


Bajo la ciudad, en una de las extensiones de las vías del subte, Emiliano López revisaba uno de los tableros de control de luces.
Necesitaba un repuesto de una pieza y llamó a uno de sus compañeros por móvil. Mientras lo esperaba, decidió tomarse su tiempo de almuerzo.
Se sentó en una escalinata, en una zona usada para guardar los vagones, y sacó la comida de su bolso. Probó uno de los sándwiches que le hizo su esposa de matambre y dejó una presa de pollo para después. Mientras lo consumía, hojeaba el diario. En la tapa la nota principal era de deportes. “Paro de árbitros por inseguridad en las canchas”. En la parte de abajo, había una foto de una joven: “¿Dónde está Ada? A diez años de su desaparición sus padres aún la siguen buscando y ofrecen recompensa a quienes ofrezcan alguna información”. La fotografía estaba hecha en computadora y era una proyección de su rostro, de cómo sería en la actualidad. Se detuvo un momento en él, “¡Qué bombon!, a mi me gustaría perder a la bruja y encontrarme con una chica así”, pensó Emiliano.
Su lascivia le jugó una mala pasada en su vejiga y tuvo que salir corriendo a orinar al costado de las vías. Mientras estaba evacuando, sintió en sus espaldas una brisa helada que le movió los pocos pelos de su cabeza y le hizo correr un escalofrió por todo el cuerpo.
Se volteó y le pareció ver pasar corriendo a alguien.
Se subió con prisa el cierre, se sacó los anteojos y frotó sus ojos. Era un día de gran humedad y los vidrios se le empañaban con frecuencia mostrándole formas que no eran reales a su alrededor, sumado a las leyendas que solían narrarse entre sus compañeros sobre cosas extrañan que pasaban debajo de la tierra, su cabeza era una ametralladora de ideas raras.
Prefirió no preocuparse y regresó hacia el lugar donde había dejado su almuerzo. Cuando llegó, descubrió su bolso y la bebida volcada, y el resto de la comida ya no estaba.
Un ruido sordo replicó entre los durmientes envejecidos. Volvió a sentir la brisa fría colándose por sus ropas. Tocó al costado de su cadera, como los vaqueros palpan buscando su pistola, y sacó su linterna. Proyectó la luz hacia la zona más oscura desde donde parecía provenir el sonido.
Un gruñido le hizo desviar sus pasos, preguntó en alto si había alguien, pero sólo oyó su propia voz en eco.
El sonido era más constante en una pequeña habitación que se había edificado para los empleados que construyeron los túneles, pero que en ese momento estaba en desuso.
Abrió despacio la puerta. Apuntó con la linterna en su interior, y el foco iluminó unos ojos felinos que lo miraban desafiantes.
Retrocedió y se tropezó, los anteojos salieron de su cara para caer junto a él. Los recogió, cerró la puerta y llamó pidiendo ayuda, “algún animal se debe de haber escapado del zoológico”, pensó.
Se quedó a un lado de la habitación, pero como no oyó nada por algunos minutos decidió volver a asomarse para ver qué pasaba. Se acomodó bien los anteojos, tomó con fuerza la linterna y entró.
Iluminó el mismo lugar donde había visto el felino y su boca le tembló de asombro cuando vio a una joven devorando su comida.
Se quedó inmóvil mirándola, sus facciones eran similares a la de la joven desaparecida.





Continuará...

lunes, 4 de febrero de 2008

NUEVA HISTORIA, JUEVES 7 DE FEBRERO

Tres mujeres distintas, un mismo origen.
Un episodio en el que coincidiran y que cambiara sus vidas.
Una niña que todo lo ve.
El tiempo y el espacio son sólo dos ocurrencias en una misma línea cronológica que puede alternarse y dar lugar a otro espacio y otro tiempo.
La maldad más cruel.
La magia del amor que todo lo transforma.