jueves, 13 de noviembre de 2008

CUARENTA Y CINCO

-¡En El Pastor!- exclamó Merlinda.
- En El Pastor…- repitió Ámbar.
Victoria sólo había abierto grande sus ojos y miraba con extrañamiento y emoción a Octavio, no podía entender cómo el sabía sobre su hija, sobre su pasado.
- Creo que tus ojos buscan respuestas- le expresó él- y yo te las voy a dar.- La acompañó hasta la piedra donde había estado sentada antes, los siguieron también las hechiceras, y prosiguió- Después del incidente del subte, en mi casa, mientras revelaba las fotos noté algo extraño: cuando Ada te abrazó ambas parecían otras personas y en el rostro de ella aparecía superpuesto el de un felino. Empecé a buscar en los archivos de los diarios información sobre ella, y así supe que había sido adoptada del hogar El pastor. Y buscando datos sobre su desaparición llegué hasta la leyenda del puma azul. Visité al técnico del subte que había descubierto a Ada en los túneles y al Hogar. Allí, se rehusaron a brindarme datos, pero como si hubiera sido un juego del destino, y hoy creo que lo fue, una perra me llevó hasta una anciana que resultó ser la monja que las había encontrado en la puerta del orfanato a vos y a Ada.
- La hermana Leonor.- dijo Victoria- Siempre fue tan buena conmigo y yo no pude despedirme nunca de ella…
- Ella estaba segura de por qué habías huido.
- Lo sabía…- suspiró Victoria.
- Sí. Cuando me dijo que sabía porqué habías huido, me señaló a una niña ciega que jugaba en el patio con su perra ovejera…
- ¡Es ella…! ¡Sí es Luz…! Ja! Ja!- expresó eufórica Ámbar- la niña que me topé en el subte venía con un contingente de un Hogar, y tenía consigo una perra ovejera…
- Una niña ciega… una perra ovejera… - repitió Merlinda. - Zulma, la hechicera que me instruyó en mi Belgún solía narrarme una historia que le había oído a un hada: “En la tierra de los mortales nacerá una extranjera sin el don de la visión. El hada de los animales la acompañará en su crecimiento hasta que la hija de la brisa la regrese al vientre de donde surgió. En su tierra la niña volverá a ver y el hada recobrará sus alas…”, Bueno, creo que era algo así… no puedo recordarlo con las palabras exactas..
- Dice ¿la hija de la brisa deberá devolverla a su tierra?- preguntó Ámbar.
- Si.- sentenció Arturo que caminaba hacia el grupo- Eres tú Ámbar, hija de Brisa, la que tiene que ir por la niña.
- Pero… ¿Vos sabías?- le preguntó con tono de reproche la hechicera al elfo.
- Entre los seres del mundo feérico no hay secretos. Si un hada es enviada al mundo de los mortales por largo tiempo, se sabe cual es su misión y todos tratamos de ayudar para que esta se cumpla.
- Pero… podíamos haber evitado toda esta matanza si hubieras regresado todas juntas…
- No. Ese no era el destino. Todo pasa por algo.
- Pero…
- Hay cosas que no tienen una razón que nos parezca coherente. La “niña de mirada blanca” tiene una misión más grande que salvar sólo a Prisia.
-¡¡Cual?!- preguntó Victoria.
- Cuando Ámbar la traiga de regreso a ti lo sabrás.
- ¿Entonces?...- preguntó Merlinda.
- Mañana es la ceremonia de unción de Pierina como emperatriz , habrá festejos impuestos en todos los reinos, y por un día se depondrán todas las armas, así que será más fácil deambular entre la gente o por los caminos sin ser interrogados.
- Mañana entonces regresamos.- reafirmó Victoria.
- Mañana regresa Ámbar, nosotros tenemos que seguir hacia Ruma, debemos ganar ejércitos para volver a pelear contra Pierina. Los pueblos no se salvan sólo con mitos, tambiém se necesita levantar las armas.
- Pero yo quiero ir.- sentenció la princesa.
- Puedo ir yo con Ámbar si quieres. Tu eres la princesa de Prisia,y áun tienes que salvar a tu pueblo por el honor de tu padre y el amor de tu hermana.- le expresó Octavio. Victoria lo miró con al amor más tierno que podía partir e ella y aceptó con la cabeza, sabía que su hija no podía estar en mejores manos.
- Es mejor que todos intentemos dormir, mañana nos espera un largo día. Antes intenraté buscar algo más de ayuda.- les dijo Arturo.
En silencio regresaron cerca del fuego que aún permanecía con algunas brazas. Arturo se internó en el bosque buscando a las elfas guerreras.

jueves, 6 de noviembre de 2008

CUARENTA Y CUATRO

Victoria no dejó que Ámbar le repreguntara, se levantó sobresaltada y salió corriendo. La hechicera la siguió como deslizándose sobre la hieba,logró pasarla y taparle el paso, en sus ojos se reflejaba el fuego que sentía en su alma.
La princesa sintió miedo y rompió en llanto.
Merlinda se les acercó e increpó a Ámbar:
-¡¡Qué estás haciendo?! ¿Por qué tratas así a la princesa? ¿No crees que ya ha sufrido demasiado?
-Todos hemos sufrido, basta con echar una mirada a este bosque. Pero todo esto que nos pasó se podría haber evitado si Victoria hablaba a tiempo.
-No entiendo- le dijo Merlinda- y por lo que veo Victoria tampoco.- mirando con desconfianza a Ámbar abrazó a la princesa y trató de consolarla, ya que no podía dejar de llorar.
-Ella está así porque sabe de lo que estoy hablando. Sabía que la leyenda precisaba que todas las hijas de Prisia debían volver juntas para salvar a su pueblo, y aún así dejó que regresáramos sin la más poderosa, la única capaz de que logremos vencer a Horus.
-¡No existe!… ¡Ya no existe…! …¡No existe!...- repetía bajito Victoria.
-Sí que existe.- sentenció Ámbar.
-Déjala hablar, por favor, yo no entiendo nada a lo que se refieren.
-Me refiero a su hija, a Luz…
-¿Luz?... solía llamarla así cuando aún no conocía su rostro- Victoria caminó hacia una roca acariciando su vientre. Se sentó y como si fuera posible regresar en el tiempo volvió a vivir en su cuerpo el crecimiento de su pequeña, sus miedos, su malestar, su terrible soledad. El parto doloroso, la ausencia de la primera caricia del amamantamiento. Recordaba, suspiraba… a pocos metros de ella Octavio seguía sus movimientos.- Nunca sentí el hogar como mi casa, después que separaron de mí a mi hermana me pareció estar en medio de un desierto. Vivía sin darle sentido a los días. Hasta que él apareció. Se presentó con su amplia sonrisa una tarde a la salida de la escuela. Una sonrisa, un dulce, eso sólo bastó para que mis días tuvieran una luminosidad especial.
-¿Él?... ¿Quién?- preguntó Merlinda.
-Horus.- a Ámbar no le sorprendió esa confesión, en cambio en los rostros de Merlinda y de Octavio se observó su sorpresa.- Claro que en ese momento no lo sabía. Tampoco sabía que era lo que quería- prosiguió la princesa-. Me sedujo, me entregué, y mis días grises regresaron. El me rechazó cuando supo que esperaba un hijo y después desapareció. No podía seguir en el hogar y huí.
-¿Y qué pasó?- preguntó ansiosa nuevamente Merlinda.
-Conocí a una mujer, Miriam, que en ese momento me brindo su ayuda, su amor. Si ella no hubiera aparecido yo no sé qué hubiera hecho. Pero… no sé que pasó con la hija que tuve. Ella me aconsejó que lo mejor era darla. No quise ni mirarla, ni tocarla… sabía que una vez que sintiera su piel ya no la podría apartar de mí. Confié en esta mujer y creí que lo que me decía era lo mejor para ella, para Luz. Años después le pregunté por ella, y me dijo que no habia nacido bien y que tal vez no seguiría viva.
-Esta viva, pero es ciega.
-¿Cómo sabés? ¿Vos la conociste?
-El día que tu hermana Ada se cruzó en el subte en el que viajábamos nosotras, tu hija también iba en el mismo vagón que yo. Y puedo decirte que por sus venas corre toda la hisoria de Prisia, ella debe de sentir igual que vos lo hiciste, que ese mundo no es el que le pertenece, y estoy segura que tiene visiones de su verdadero hogar en sus sueños.
-¡Mi hija viva…!- Victoria se paró y camino unos pasos con el rostro resplandeciente y el vientre lleno de mariposas.- Pero… y si le han hecho daño… la misma mujer que me salvó o creí que me salvaba en mi adolescencia, fue la que me entregó a Horus para que el me matara.
-Esa mujer debe de ser una de sus seguidoras, hay discípulos de la Orden del Sol en todos los mundos. Pero antes de matarte a vos, la hubieran matado a Luz. A Horus no le conviene tener un descendiente, al unirse las dos sangres nadie sabe cuanto de poderosa puede ser la magia de ese nuevo ser- expresó Merlinda.- Tu unión con Horus a borrado el hechizo que la bruja del pantano hizo que cayera sobre las mujeres del castillo de Prisia, por eso vos aún aquí no te trasformaste en un felino como tu hermana. Pero habría que averiguar si no te ha transferido también algunos de sus poderes.
-Ahora lo único que quisiera saber es dónde está Luz.
-Eso no lo sé- respondió Ámbar.
-¡Yo sí..!- exclamo Octavio- Creo saberlo...
-¿Dónde?- preguntó Merlindamás ansiosa que antes.
-Mi amor,- le expresó Octavio mirando a los ojos a Vicoria- como si fuera una ironia del destino, tu hija se ha criado en el mismo hogar que vos, en El pastor.