miércoles, 13 de mayo de 2009

¡ENSEGUIDA VUELVO!

Me cuesta bajar la persiana de este espacio, pero no sé de donde sacar tiempo para escribir.
Por eso, voy a seguir unos días más ausente, pero prometo regresar.

viernes, 3 de abril de 2009

CAPITULO 6

-¡Está vivo!- exclamó la no vidente. En su rostro se reflejaba sorpresa y Ámbar creyó ver un destello en sus ojos blancos cuando éstos se posaron en ella. Notó un sesgo de admiración, la misma admiración que un aprendiz puede tener por su maestro.
-Ahora sé que es cierto todo lo que he oído de ti…
-No entiendo.- expresó la hechicera.
La ciega le mostró el cuchillo que había sacado del pecho a Octavio, buscó a su alrededor y atrapó de detrás de una maceta una pequeña lauchita. Apenas apoyó la punta del arma en la piel del animal, éste comenzó a retorcerse y después de un segundo dejó de respirar.
-La punta de este cuchillo ha sido cubierto con un veneno de víbora de los pantanos de Catar y quién lo ha puesto en él se mueve entre los seres de la magia oscura, y tiene el poder suficiente de hacer su voluntad a través de los hombres que vagan sin destino.
-Y eso que tiene que ver conmigo- le reprochó Ámbar.
-Nadie que es capaz de arrebatarle a la muerte a sus poseídos para darles otra vez la vida puede ser derrotado por alguien que sólo trabaja con la magia lumínica. Los de la Orden de Ábula no pueden, es como luchar contra su propia esencia. Nadie de esta Orden ha podido hasta ahora.- El silencio de Ámbar la hizo proseguir.- ¿No entiendes aún?, Octavio hubiera muerto con sólo tocarlo con el cuchillo, el atacante no necesitaba enterrárselo, y sin embargo, aún haciéndolo no le ha podido provocar ningún daño. ¿Por qué? Porque lleva tu amuleto, porque tiene tu sangre en la suya. Tu magia es la más fuerte de la Orden de Ábula, puede manejar la luz como la oscuridad.
-Sabía que te estabas haciendo cada vez más poderosa- manifestó Octavio mientras se levantaba del suelo y tocaba su amuleto.
-Parece que también conserva su buen humor.- le dijo la ciega a Octavio.- Entonces ya deberíamos irnos.
-¿Irnos?, no nos has dicho que puedo derrotar a las fuerzas oscuras. Todavía tenemos cosas que hacer por aquí.
-Ámbar, he dicho que con sólo tocarlo a Octavio con el cuchillo este podría caer muerto, y sin embargo el hombre se lo enterró. ¿Por qué crees que lo hizo?, Fue para probarte… esto no ha sido más que una prueba. El ser sin destino es sólo una marioneta, su amo es el mago, y no debe de estar muy lejos. Seguramente ya sabe de lo que puedes hacer y vendrá con otros para ver hasta donde puedes resistir. Creo que eres poderosa, pero todavía debemos comprobar realmente cuanto, y no creo que aquí lo sea un buen lugar.
-No dudo que tus intenciones sean buenas- le expresó Octavio.- pero en estos últimos años hemos aprendido a trabajar solos con Ámbar. Hemos visto morir a muchos, y hemos sido también traicionados. Si me he de dejar matar es por cumplir la voluntad de la mujer que amo, y nada me va a ser reclinar. Así que creo que Ámbar y yo vamos a seguir con nuestro plan.
-¿Y cuál es ese plan? ¿Salvar a Prisia siendo su rey?, Prisia no podrá ser salvada si Catar perece, si el mundo de los seres elementales desaparece. Y si esto ocurre ni estas calles, ni las ciudades de este mundo serán un lugar habitable. La guerra no es sólo por Prisia, ya no. Han cambiado las reglas del juego y ustedes aún no lo saben.
-Pues nosotros buscamos a la única persona que puede cambiarlo todo…- le dijo la hechiera.
-Y si les digo que su búsqueda terminó.- respondió la mujer ciega.
-Entonces te pediría que me llevaras donde ella está.
-¿Estás segura?- le preguntó Octavio al oído a Ámbar
-No. Pero creo que desde que hemos regresado, ésta es la pista más firme que hemos tenido de Luz. Si las reglas han cambiado es porque nuestros amigos en Prisia no deben de estar bien. Lo que esté pasando debemos averiguarlo para poder saber cómo responder.
-¿Y?- los apuró la mujer
-Iremos contigo.- le dijo Octavio.
La mujer tomó su bastón y caminó hacia la calle miró para todos lados, hizo una señal a Octavio y ámbar y estos la siguieron cerca.
Un automovilista se distrajo cuando vio que tres personas que cruzaban delante de él desaparecieron ante sus ojos antes de llegar a la siguiente acera.