lunes, 28 de abril de 2008

VEINTIUNO

La marcha de la naturaleza se desdobló en dos tiempos. Mientras los relojes marcaban la hora normal, y los niños salían de la escuela, las sirenas de las fábricas sonaban para el almuerzo de los obreros, y en los escaparates de las tiendas de electrodomésticos se veía en los televisores las noticias, el sol se ocultaba tras una niebla espesa y como si fuera las últimas horas del día, la luna despuntaba su belleza sin poder ser vista.
Octavio dejó el hogar con su corazón confundido y su cabeza en llamas. Había ido a buscar una información que en cierta forma sospechaba, pero había recibido una más dura, más incomprensible, como una piña después de haber tirado la toalla. Cruzaba noqueado la calle hacia su auto cuando oyó la vibración de su celular. Un mensaje de texto de su compañía móvil le indicaba que tenía dos llamadas perdidas y un mensaje de voz. Lo escuchó. Miriam Salinas le pedía que fuera a la redacción urgente y le indicaba que Victoria estaba en su casa, pero que se había quedado a descansar y le había pedido que le dijera que no fuera por ella. Octavio, en ese momento no tenía ganas ni de ver a Victoria, ni de ir a la redacción a trabajar. Todavía faltaba una posta a su recorrido: la casa de Ámbar. Sentía que ya nada de lo que pudiera hallar allí iba a sorprenderlo, estaba abierto a todo.
Sólo cuando encendió su auto y tuvo que prender las luces se dio cuenta que estaba muy oscuro, como si hubiera anochecido. “Con estas nubes, hoy no se va a poder ver el Eclipse”, pensó.
Lo que él ignoraba era que tras las nubes ya era de noche. Las estrellas brillaban y la tierra había empezado a ocultar con su sombra la luna.

La magia de Ámbar para detener el tiempo había sido inútil frente al poder de Horus.
Ada estaba acurrucada en el piso de su habitación y Ámbar la abrazaba con su cuerpo, sin poder contener sus lágrimas que se transformaban en pequeños vidrios al llegar al suelo. Veía como su piel había empezado a secarse, la oscuridad había llegado a su corazón.
La puerta de la habitación se abrió de repente y la joven criada de la casa entró de prisa. Con dulzura apartó a Ámbar de Ada, recogió en una bolsa de cuero las lágrimas y dijo: “Algún día todo este dolor volverá a quienes lo provocaron”. Puso boca arriba a Ada y le tocó con sus manos el corazón. Un destello de luz salió de su cuerpo y la negrura del cuarto retrocedió.
Ada pareció revivir.
La ropa de doméstica que lucía la joven se desintegró y el cuerpo de un ser alado quedó visible.
-Ada, mi pequeña, tu hermana no ha muerto, pero debes apurarte a rescatarla porque la hora de volver a Prisia está próxima.
Tina, el hada protectora de la princesa, se acercó a Ámbar y le aconsejó:
-No uses nunca más con tibieza tus poderes, porque si tú dudas de ellos hay quienes pueden usarlo en contra de nuestro pueblo. Confía en vos misma, en tu capacidad de ver lo que otros no pueden.
Mientras le hablaba un gruñido la hizo desviar la mirada, Ada había cambiado de forma.
-Vamos- le dijo Tina a Ámbar al tiempo que se subía al lomo del puma- Toma mi mano, creé en mí, y usa tu magia, que yo las guiaré.

ME HACEN PONER COLORADA

El cariño y respeto que me ofrecen mis lectores me hace poner colorada.
Sus gestos de afecto iluminan mi mundo.


Mis queridos amigos, Pandora & Zeus me han honrado con este premio:


Y se lo quiero otorgar de corazón a los siguientes blogs, que a mi parecer tienen luz propia:
. Aguabella
. La cueva de Susana
. Marilupy
. Elipse

Y la exquisita poetisa de Marilupy me entregó un premio doble:

Y quiero dárselo a: Eseya, muñecas con historia. La Yepeta del siglo XXI, porque es una gran artesana y super solidaria con sus colegas. Es creadora del premio Arte y Pico y del Club del trueque.


Y este premio:

Y se lo doy a dos blogs escritos por mujeres que saben sacar una sonrisa a sus lectores con sus anécdotas y ocurrencias.
. Clarita
. La prófuga

miércoles, 23 de abril de 2008

VEINTE

Después de leer la leyenda de la tierra del puma azul y de haber encontrado información sobre Ada Viñas, Octavio decidió comenzar su propio recorrido hacia una verdad que rodeaba a la persona que amaba. Anotó tres nombres o tres destinos: Emiliano (el técnico del subte), El Pastor, y Ámbar.
La esposa de Emiliano lo condujo hasta un jardín ubicado en la parte posterior de la casa, y le señaló un cuarto en el fondo con techo de chapa.
-Ese es el taller de mi marido. Ayer cuando llegó del trabajo se encerró y no salió ni para comer. Me enteré lo que le pasó por el diario. Tal vez usted pueda sacarle alguna palabra.
La habitación estaba semioscura. Apenas una luz amarillenta sobre la cabeza de Emiliano le dejaba ver su sombra e interpretar sus gestos: estaba arrodillado frente a la imagen de un Cristo en la cruz. Había velas consumidas, otras por la mitad y algunas echando humo por todas las repisas donde se ubicaban las herramientas.Golpeó despacio el marco de la puerta y espero. Después de algunos minutos, el técnico se volteó y sin sorprenderse de su presencia lo invito a pasar. Octavio se acercó a él, y se sentó de frente como se lo indicó. Emiliano tenía los ojos colorados, la mirada cansada y la curvatura de sus hombros hacia delante era una clara señal de su fatiga. Octavio esperaba palabras agrias y distantes, pero se encontró con una sonrisa luminosa y una voz burbujeante. Le respondió afablemente a todas sus preguntas, y cada vez su tono demostraba más emoción. Le confió que él creía que el puma que había visto era la misma joven, “su cuerpo puede cambiar, pero sus penetrantes ojos verdes no”, y que estaba seguro que ella había parado el subte, “técnicamente era imposible que lo hubiera parado el maquinista sólo apretando los frenos a la distancia que lo hizo sin lastimarla”. El técnico se levantó la camisa y le mostró el lugar de su muñeca que se había lastimado y que ella había curado. “Es una santa”, le dijo. “Es una santa que ha venido a mí para que cambie”.


Octavio lo dejó a Emiliano sumergido en su propia fe y se trasladó hasta el orfanato. Al llegar recibió un mensaje de Victoria diciéndole que iba a la casa de Miriam, pero no le contestó, prefirió seguir con sua veriguaciones. El Pastor desde su fundación, a fines del siglo XVIII, siempre había estado manejado por una orden de religiosas. Lo dejaron pasar y llegó hasta el despacho de la Madre Superiora, pero cuando expuso sus razones, y le preguntó sobre Ada, la religiosa se excuso con amabilidad, y lo invitó a retirarse. Él pidió sacar fotos de unas estatuas en el patio central y se lo autorizaron. Su interés no estaba en esas piezas, sino en poder permanecer un tiempo más allí para averiguar lo que esperaba.
Mientras era observado por una hermana, sacaba fotos, y de a poco se iba alejando de su casual vigilante. Estaba en una de sus poses cuando una perra ovejera se le paró en la espalda, le ladró y salió corriendo hacia una galería. Octavio dejó pasar este gesto, pero ella volvió, le tocó con una de su patas el brazo, le ladró y volvió a salir corriendo. Su insistencia le dio curiosidad y los siguió.
En una de las columnas de la galería, con un bastón verde en su mano, estaba parada una anciana. Preguntó quién era cuando oyó sus pasos. Octavio se presentó y ella le dijo que hacia allí y él le explicó sus motivos.
- Ada… Ada … Todavía tengo grabada en mi memoria el día que la dejaron abandonada en esta casa.
-Usted lo recuerda?
-Jovencito, hoy ya casi ni puedo distinguir la luz de la oscuridad, pero hace veinte años yo era la jefa de la cocina, una de las primeras en estar levantada y la última en irme a dormir. Estaba en el patio, agradeciendo al señor una receta de licores exquisita… que ya no puedo tomar por cierto… Bueno, como le decía, estaba en el patio y sentí el timbre y con temor salí y al abrir la puerta me encontré con una niña con trenzas bellísima y un bebé en sus brazos.
-Entonces Ada tenía una hermana…
-Si. Y fue un error haberlas separado, desde que Victoria se quedó sola no volvió a tener la mirada alegre.
La hermana siguió narrando cosas sobre Victoria, su pasión por la lectura, lo buena cocinera que era, y la tristeza que causó su huída.
-Pero yo sé que le pasó, por qué nos dejó.
Octavio esperó la respuesta.
- Por ella- y con su mano señaló a una niña ciega que jugaba con su perro lazarillo.

MÁS PREMIOS

Marxella me ha concedido este Premio:
Consiste en el reconocimiento de los valores de cada bloguero por transmitir cada día valores culturales, éticos, literarios, personales , etc. es decir se valora la creatividad de los autores.
Se voy a otorgar a cuatro escritores talentosos que con humor y poesía le ponen un color especial a la blogesfera.
.http://consumision.blogspot.com/
. http://buscandoalayla.blogspot.com/
.http://http://cinemanimalito.blogspot.com/
.http://tusmicrocuentos.blogspot.com/

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Mi querida Eseya me ha premiado nuevamente, esta vez me ha pasado el Arbol de la Felicidad.

Quiero pasarselo a:
. Cecy
. Iluso
. Yo por mi
Tres personitas que han sabido capitalizar su tristeza y encontrar la magia que puede tener la vida cotidiana.
Gracias Cecy por las mañanas de mate junto con tus duendes.
Gracias Iluso por tu humor y por enseñarnos sobre música.
Gracias Emperador por la ternura de tus escritos.

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La mágica de Aguabella me ha pasado el premio de amiga bloguera.
Este se lo paso a todos mis lectores. Gracias por su apoyo.


sábado, 19 de abril de 2008

DIECINUEVE

Miriam, en su oficina del diario La República, descolgaba el teléfono y lo volvía a colgar. Buscaba algo en la computadora, abría un archivo para corregir, miraba su celular para ver si tenía algún mensaje, tomaba un sorbo de su café, volvía a la corrección, y nuevamente, miraba la pantalla de su móvil o descolgaba el teléfono para intentar hacer una llamada, que abortaba después de marcar uno o dos dígitos.
Regresaba al texto de su monitor cuando su secretaria le anunció que en línea estaba Victoria.
-¡Vicky!, por fin… Me estaba muriendo de angustia, cómo pudiste regresar sola a ese lugar y después de tanto tiempo.
-Estoy bien. Algo sorprendida, pero feliz.
-¿Feliz? Creo que nunca te había oído pronunciar esa palabra para explicar alguna de tus emociones.
-Es raro, pero es lo que siento. Miriam, pude recordar todo: la tierra donde viví hasta los cuatro años, a mi madre... Ella no me abandonó por su voluntad, lo hizo para protegerme. Me dejó en el Hogar junto con mi hermana, que era sólo un bebé. No vas a creerme, pero sé quien es.
-Es verdad, es todo muy raro… y se me hace difícil creerte. Mejor dicho, yo creo en vos, pero no sé si estás en lo cierto.
-Ada Viñas es mi hermana. Cuando la adoptaron jure buscarla, pero lo que me pasó cuando vos me conociste fue el manto que cubrió todos mis recuerdos. Si buscaba mi pasado, volvía a revivir el dolor que ese hombre me provocó. Y ahora es ella la que ha venido a buscarme.
Miriam con una mano sostenía su teléfono y con la otra apretaba una pelota “anti-stress”, todo lo que su amiga le narraba la extrañaba, y la asustaba.
-Necesitas estar segura antes de actuar. Yo estoy en la redacción, pero en quince minutos puedo estar en mi departamento. Anda para allá y hablemos para ver cómo podemos resolver esto sin que nadie salga lastimado.
-Sé que Ada me espera- logró decir Victoria antes de cortar.Pero hizo lo que le aconsejó su amiga y cambió el rumbo de su viaje.
El portero del edificio donde vivía Miriam la conocía, y como ella poseía un juego de llaves, la dejó subir al departamento.
Abrió la puerta. Las sombras invadían la habitación, y el cuarto que le había sido familiar se le mostraba ajeno. Llamó a Miriam, pero nadie respondió. Iba a ir hacia la cocina cuando alguien detrás de ella pronunció su nombre.
Se volteó, y la cartera se le cayó al ver ante sus ojos el rostro del hombre que la había seducido de joven y cambiado su vida.
Corrió hacia la entrada, al tiempo que ingresaba Miriam. Se colgó de su cuello y le gritó que salieran de ahí, y que llamara a la policía. Pero Miriam, sin perder la calma, se la quitó de encima, cerró la puerta, le arrebató las llaves que tenía en su mano y la empujo hacia Horus.
-No entiendo… - pronuncio Victoria mirándola con los ojos inyectados en llanto buscando en la mirada de su amiga una explicación por su traición.
-Te quiero…, pero le debo lo que soy a la Orden del Sol.
Horus le acarició el rostro a Miriam y beso sus labios.
-Gracias, has sido una buena servidora.
Horus se quedó a solas con Victoria. La envolvió en un humo negro, y su cuerpo se enroscó en el suyo como si fuera una víbora. La apretó hasta dejarla sin fuerzas. Las manos, que se resistían a quedar presas, fueron bajando la guardia hasta ser vencidas. Sus párpados cayeron despacio, hasta llenar de oscuridad su mente.

Ada había subido a su dormitorio con Ámbar para mostrarle los dibujos que hacía en su infancia, antes de saber que esos lugares existían, y de repente, sintió un fuerte dolor en el corazón, y cayó a un costado de la cama.
-¡Ada!, ¿Qué tienes, qué te pasa?
-Mi hermana…, mi hermana ha muerto.

miércoles, 16 de abril de 2008

DIECIOCHO

Antes de que en las Tierras de Catar florecieran las primeras flores y los árboles crecieran con sus ramas abrazadas formando sus bosques espesos, previo a que se oyera la primera declaración de amor, con la tinta extraída de la savia del árbol de la vida, alguien escribió en el Libro Sagrado de Prisia:
“El puma azul caerá ante el águila dorada y toda la tierra sufrirá la muerte de su reina y el castigo a su rey. Los guerreros sentirán el calor del sol calcinando sus pies y sus huesos. Y donde hubo ejércitos, sólo quedarán cenizas, y los hijos que busquen vengar su sangre olvidarán el porqué de su lucha en los espejismos creados por la maldad, y sus viudas llorarán lágrimas eternas.
En las aldeas habitarán el olor de la muerte, la vejez, y la orfandad. Las mujeres maduras tendrán que preparar a sus hijas para que vayan a otra ciudad a buscar un hombre del cual enamorarse o morirán con el corazón y el útero secos.
Pasarán diez inviernos, y la tibieza volverá a acariciar el corazón del pueblo dormido. Pero deberán transcurrir diez más para que la victoria empiece a tocar como un tambor en el corazón de los prisianos.
En el año 20, después de la caída de Napea, antes que la luna quede entre las sombras, regresarán las hijas perdidas de Prisia a ocupar el lugar que les ha sido usurpado.
Las espadas cortaran con su filos el aire, y la sangre de enemigos y amigos caerá en los campos y los ríos. La oscuridad cubrirá el cielo, y la última esperanza se ocultará en el corazón de una pequeña luz”.
El libro había hablado para Ámbar, y sus tapas de cuero ardían en sus manos cuando el chofer del taxi le avisó que había llegado a su lugar de destino. Lo cerró, lo guardó en su morral, pagó el taxi y bajo frente a la casa de los Viña. El auto no había arrancado aún y Ámbar no terminaba de escrutar la fachada de la casa, cuando vio que la puerta se abría y Ada salía a su encuentro. Su corazón sintió regocijo y el origén que las hermanaba habló por ellas.
En otro lado de la ciudad, Victoria tomaba un taxi para ir a su encuentro.
La mañana se escapaba como agua entre los dedos. Ámbar echó un hechizo al tiempo para que las horas caminarán lento, y Horus hacía su contrahechizo para que la noche se apresurará y el umbral entre los dos mundos quedará olvidado para siempre.

lunes, 14 de abril de 2008

NUEVOS DÍAS PARA POSTEOS

A partir de esta semana, postearé los días miércoles y sábados.
La facu y otros menesteres me ocupan un tiempo que tenía libre antes de este mes.
Los espero.

Ana

viernes, 11 de abril de 2008

DIECISIETE

Echó dos sobres de azúcar, una cucharada de crema al café y lo revolvió cien veces con su cuchara: cincuenta para un lado y cincuenta para otro. Diez personas entrarón a desayunar esa mañana desde que Victoria había ingresado a la confitería y siete de ellas ya la habían abandonado. Dos mujeres pasarón delante de la ventana paseando sus mascotas, tres parejas de enamorados, una veintena de estudiantes y profesionales y al menos doce obreros. Cuando estaba nerviosa, ella contaba y todo el universo se reducía a números, volviéndosele más maleable.
Antes de salir de su casa, había guardado su tristeza en el portacosméticos y sus miedos en la papelera de reciclaje de la notebook, pero aún no había podido cruzar la calle que la separaba de la puerta de entrada del hogar El Pastor.
Quisó tomar el café, y éste ya estaba frío, entonces llamó al mozo y pagó la cuenta. Estaba con un pie bajando el cordón cuando el ringtone de su celular la desvió de su objetivo. Era su jefa, Miriam Salinas. La atendió y el díalogo que hubo entre ellas fue suave y cortado por parte de Victoria y exultante y bravo por parte de Miriam. Ésta quisÓ persuadirla, en un primer momento, para que fuera a la casa de los Viña a entrevistar a Ada, y después, buscó obligarla a ir, pasándole factura por los favores que le debía. Ella sabía que eran muchos: la posibilidad de estudiar periodismo, su trabajo en la redacción, el haber conocido a Octavio, su confianza en sí misma y en los demás. Victoria no sabía decirle que no, porque Miriam nunca había pronunciado esa palabra para alguno de sus pedidos. Pero ese día pudo.
La mañana que había pasado la puerta de madera del Hogar, supo que era para estar completamente sola en la ciudad. Sus ganas de crecer de golpe la habían llevado a entregarse a una pasión que le iba a costar el repudio de sus pares y de sus maestras. Ese día, parada frente a la misma salida, más pequeña que como la recordaba, dudaba de haber hecho lo correcto. El amor que había recibido allí durante dieciséis años era demasiado protector para no entenderla. Pero ella había decidido huir como una criminal y jurado no volver. Como si el destino lo hubiera planeado, mientras se enjuagaba sus últimas lágrimas en el banco de una plaza, otra mujer, Miriam, sufría por una muerte cercana. Su tristeza encontró consuelo en la suya, y una amistad inquebrantable comenzó entre ellas.
Esta allí, tocando las paredes que la habían cobijado en su niñez, y su primer sueño, el que se repetía cada noche en su mente, volvía a ella. La mujer que llevaba un bebé en brazos y junto a la cual atravesaba una montaña para salir a una pradera después, era su madre. En medio de la noche y de los sonidos del tránsito, ese edificio silencioso e iluminado le pareció ser un buen refugio. Ella le pidió que se quedara sentada en el umbral, que cuidara de su hermana, y que cuando viniera alguien a recogerlas no dijera nunca de donde venían. Después le dio un beso en la frente y al bebé, tocó fuerte el timbre, corrió por la calle y se perdió detrás de la bruma.
Cuando una familia adoptó a su hermana se prometió buscarla, pero la vida la había hecho olvidar esa promesa el día que estuvo fuera y que tuvo que hacerse mujer. Olvidó su promesa, su tierra, a su padre y a todos los seres con los que jugaba de niña.
Y el día anterior, cuando Ada la tocó volvió a sentir el aroma y el abrazo de su tierra. Se alejó de ella para negar lo evidente, era su sangre, su hermana la que volvía por ella, y la que le pedía regresar a Prisia.

lunes, 7 de abril de 2008

Dieciseis

La Orden de Ábula estaba formada por magos, brujos, encantadores, videntes y aprendices del arte de la magia. Vivían en Catar y en las tierras que se extienden más allá de sus fronteras, donde los hombres adoran a diferentes dioses. Estaba dirigida por un coven formado por trece hechiceros herederos de las primeras familias de magos desde que la luz se separó de la oscuridad. El más poderoso de ellos oficiaba de líder. La madre de Ámbar lo había sido, como la madre de su madre y el antepasado de ésta por más de diez generaciones.
El lugar de reunión del coven era secreto, y cada miembro además de ser la guía espiritual de un pueblo era el escriba de su “libro sagrado”, en el cual se narraba la historia del mismo y las incursiones o visiones que sobre su destino podía tener el hechicero. Sólo en las manos de quien lo escribía el libro hablaba: si otra persona lo hallaba sólo se iba a encontrar con un libro de páginas en blanco.
Cuando los reinos de Prisia y Humer se separaron por voluntad de un rey que quería proteger a sus hijas, Brisa se quedó con Napea y la Orden envió a Horus con la reina Pierina. Pero bajo su influencia, Horus quebró las leyes de la Orden. Porque aunque las ciudades que guiaran estuvieran enfrentadas, ellos formaban un estado propio, en el que castigar a uno de sus miembros era el delito más aberrante.
Horus lograba que Pierina avance con su dominio matando él mismo al hechicero de las ciudades contrarias. En Ábula creyeron que el destierro de la Orden para él y su descendencia sería un castigo ejemplificador. Pero se equivocaron, Horus no sólo mataba a sus adversarios, sino que los obligaba a que le cedieran sus dones a cambio de no matar a sus hijos o violar a sus mujeres. Y es así, que fue creciendo su poder, y con este los rebeldes que dejaron la Orden para seguirlo. Formó su propio Estado o ejército, por la forma de obrar. La Orden del Sol no tenía un coven, él era el único guía, y Pierirna quién solía complacerlo en su lecho, adquiría a su vez parte de su poder. Ya no sólo se convertía en águila por las noches, sino cuando lo deseara, y podía mimetizarse fácilmente para atacar a su enemigo, en la forma que más le conviniera.
Esa mañana, el coven de Ábula se reunió de forma extraordinaria, por la noche sería el eclipse de Luna, y como estaba escrito “Cuando la luna se oculte, ya no habrá esperanza para Prisia, si sus hijas perdidas no regresan a ella”.
Tocaron el cuerno, y formaron un círculo. Mientras elevaban la luz de sus velas al cielo, Ámbar en su casa preparaba un hechizo protector para Ada, con una foto suya publicada en un diario y miel. Las velas se consumieron rápido, la foto se deshizo, y lo que normalmente pasa en 24 horas, se hizo en unos minutos. Comprendió que los poderes de su madre estaban con ella, que era doblemente fuerte y que su destino era liberar a su pueblo.
Marcó con tiza un círculo, colocó velas a su alrededor, y se colocó desnuda en medio de él. Empezó a orar en un lenguaje no conocido para sus oídos y en el coven las plagarías se fueron ensalzaron más.
Horus ayunaba desde hace dos días, para que su cuerpo y su mente se concentrarán en un único objetivo: hacer cenizas a Prisia y la herencia de Brisa. En el sótano de su casa, en el altar central las velas se consumían con la lentitud del paso de una tortuga y frente a una de sus palabras empezaron a consumirse como carrera de lince: “El día debe terminar para que la noche nos muestre su oscuridad”, repetía.
En el coven, la luz de las velas se hizo más luminosa y Ámbar quedó cubierta por el resplandor de su círculo. En el sótano de Horus, habló el destino y le dijo: “Tu tiempo está por terminar”, y su irá estalló en un sinfín de destellos.
Alrededor de Ámbar todo paro. Un libro azul voló de un estante hacia ella. Cuando lo tuvo en sus manos dijo: “Víctoria”, el libro se abrió y dejó ver su historia.

jueves, 3 de abril de 2008

QUINCE

Los diarios nacionales, en de febrero a septiembre de 1998, habían dedicado varias de sus páginas a la desaparición de la hija de los Viñas. Cada centímetro publicado fue leído por Octavio, y cada foto con sus respectivo epígrafe fue mirado, su profesión le había enseñado que a veces la cámara puede mostrar detalles que los periodistas pasan por alto. En un cuaderno anotó datos que le parecieron interesantes: Ada era adoptada, sus padres la habían recogido del orfanato El Pastor cuando tenía cerca de un año; dormía mal, se despertaba sudada, su madre creía que alguien de su familia biológica se había contactado con ella y eso la atormentaba. Odiaba y temía a las aves: su padre contó como un día había entrado a su biblioteca y destruido un águila embalsamada. Octavio subrayó esto último.
Otra información que le resultó curiosa fue que en la zona que se la dejó de ver a Ada, hallaron la cabeza de un puma hecho en cerámica pintada de azul, por eso algunos barajaron que la niña era retenida por una secta.
En google puso las palabras: Puma azul. En las páginas que se descargaron no estaba atribuido a ninguna secta, sino a leyendas y cuentos infantiles.
“Lejos, muy lejos, donde la vista se pierde, donde la luna besa la tierra, nacía el territorio Catar. Eran zonas de abundante vegetación, frutos, montañas y ríos. Las ciudades que lo componían vivían en armonía. Uno de los reyes más bondadosos contrajo matrimonio con la hija de otro igual de poderoso, y fue así que los pobladores de Prisia y Humer se hicieron hermanos. Una bruja, que estaba enamorada del rey prisiano, la noche que se consumó la unión, espió a los jóvenes amantes y les echó una maldición: Si su descendencia era varón, éste sería estéril y jamás vería continuar con su linaje y si era mujer, de día sería bella y de noche deambularía como animal.
La reina murió cuando dio a luz a dos niñas, a las que llamó: Napea y Pierina. Ambas crecieron fuertes y bellas, pero mientras la primera era pura bondad, la segunda era codiciosa y engreída. Cuenta la leyenda, que en las noches en las que brillaba más la luna, un águila atacaba los animales de los pobladores, y un puma los defendía.
El rey en su sabiduría y porque no quería perder a ninguna de sus hijas envió a Pierina a Humer y dejó en el castillo de Prisia a Napea. Cuando él murió, el reinado de Napea trajo buenos tiempos a su pueblo. Pero cuando la gran bruja del monte, supo que su amor había muerto y había sido enterrado junto a su esposa, enloqueció de ira, profanó la tumba y se internó en los pantanos con el cuerpo del rey. Su odio sembró codicia en los corazones de los poderosos y la guerra se hizo común entre los pueblos.
Prisia no quedó ajena a las pretensiones de otros reyes y tuvo que defenderse. Sus ejércitos eran fuertes y la misma Napea, con su forma de puma, los conducía en las batallas nocturnas. Sus triunfos se hicieron conocidos en los confines de Catar y a Prisia se la llamó “tierra del puma azul”, porque sus enemigos, en las noches, veían su pelaje de ese color”.
El cuento estaba posteado en un blog de mitología, “Este cuento, mi madre me lo narraba de niña, y espero que les haya gustado como a mí”, lo firmaba Ámbar, “como la nueva periodista del diario”, pensó Octavio. Y la foto de su perfil era el de una cabeza de puma azul.

NUEVA CARICIA


Eclipse me ha honrrado con este premio. ¡Muchísimas gracias!

Y yo, quiero premias a las siguientes blogueras:
. Aguabella
. Clarita
. En colores
. Eseya
. La casa encendida
. La Kolo
. Roxi

Porque son mujeres que a diario combaten en distintas batallas, a veces salen triunfadoras, otras veces caen, pero siempre se vuelven a poner de pie.