Ámbar bajó. La habitación estaba a oscuras, levemente alumbrada por el fuego de un caldero. Una jovencita revolvía en este un cazo. Sacaba de los bolsillos de su pollera unos polvitos que echaba sobre la cazuela, repetía unas palabras, y la sala se llenaba de repente de pequeñas estrellitas que se apagaban antes de caer al suelo. Cuando oyó unos pasos detrás de ella, se dio vuelta de golpe y apuntó con su cuchara a Ámbar, sus ojos corajudos se le llenaron de lágrimas al verla.
-Perdóname- le dijo Ámbar- no era mi intención asustarte…
-No… no… me asustaste…. Hace tiempo que protejo este lugar para ti.
-¿Para mí? ¿Y quién crees tú que soy yo?
-Tú eres Ámbar, hija de Brisa, la hechicera más grande que haya existido en la Orden de Ábula. Ella te llevó lejos para protegerte, como a las princesas de Prisia, y para que regresaras a devolverle la paz a los pueblos de Catar.
-Veo que sabes de mí y de mi destino, ¿Cuál es tu nombre?
-Me llamo Merlinda.

-Merlinda, encantada.- Ámbar le tendió su mano para saludarla, Ella cambió de mano la cuchara, la secó en su vestido y se la apretó con fuerza. Entonces, sintió la energía de la magia de la hechicera y se le volvieron a llenar de lágrimas los ojos. Merlinda le soltó de golpe la mano a Ámbar y buscó en sus bolsillos un pañuelito blanco, antes de llevarlo a sus ojos lo sacudió y de allí cayeron algunas estrellas que habían quedado pegadas en él.
-¿Por qué lloras Merlinda?- le pregunto con dulzura Ámbar.
-De alegría… es raro… pero después de llorar tantas veces por dolor, esta vez lloró de felicidad.- Merlinda se secó las lágrimas, se sonó fuerte la nariz; tan fuerte que el piso pareció moverse a sus pies, ella se sonrojó y se excusó- Es la alegría, que desbarata mis poderes… - Guardó el pañuelo en el bolsillo de su falda y aplaudió, cientos de pequeñas velas se encendieron a la vez y en la habitación parecía que hubiera salido el sol.- Ven Ámbar, te invito un té de frutillas silvestres, mi especialidad.
Las dos se sentaron a saborear el te. Hacia tiempo que Ámbar no probaba una bebida tan deliciosa.
-Está exquisito- le dijo, y Merlinda se volvió a sonrojar.- Tu sabes de mi familia, pero yo sólo sé tu nombre. ¿De dónde eres?- la interrogó Ámbar.
-Soy de Belgún, la ciudad más cercana a Prisia por el norte. Mi madre murió cuando nací, me parió en el medio de un bosque. Eran tiempos de guerra, los soldados de Humer atacaron mi aldea y mi madre buscó refugio. El bosque le pareció el mejor, pero en su estado, la incomodidad, el frió y el hambre le adelantaron el parto. Perdió mucha sangre y murió. Me crió mi padre, que era un oficial del ejército, pero también murió por la guerra.
-¿Y cómo llegaste a ser hechicera?
-El término sería ayudante de hechicera… Después que mi padre murió, Zulma, la hechicera de Belgún me llevó a vivir con ella. Como no tenía hijos me educó como si lo fuera y me adentró en todos los secretos de la magia, ella quería que yo fuera su sucesora, a la Orden de Ábula, esto nunca le convenció demasiado, pero debido a las pérdidas de hechiceras que ha sufrido, aceptó que formara parte de la Orden a pesar de mi linaje.
-¿Y puedes hacer magia?
-Hay verdades que sólo pueden ser revelados a unos pocos. El libro azul que portas sólo tiene sentido a tus ojos, si yo lo abro no hallaré más que páginas en blanco, este está destinado a vos. Pero sí puedo hacer magia. Y eso Zulma lo sabía. Mi madre murió pocos minutos después que yo naciera, y mi padre nos halló en el bosque dos días después. Nadie se explicaba cómo pudo ser posible que yo viviera. Pero Zulma sabia… Las elfas me cuidaron y me alimentaron con la leche de una unicornio que había parido. Las hadas me calentaron con la luz de sus alas. Bebí de la magia más pura y eso es un signo que te queda en la sangre. La magia también está en mí.
-Y entonces… por qué no exiges ser una verdadera hechicera no sólo una ayudante.
-Porque tengo una misión. Cuando Zulma recibió la noticia de la muerte de tu madre, me envió a Prisia a cuidar este lugar para ti. Sabía que tu vuelta estaría próxima.
-¿Entonces tú… me ayudaras a mí…?
-Yo te ayudaré a que creas en lo que está escrito ya en vos. ¿Cómo supiste cómo llegar hasta este lugar? Los lugares secretos no están en ningún libro.
-No sé, sólo seguí a mis pies.
-Bueno, yo te ayudaré a que sigas a tus pies con firmeza.
-¿Y Zulma, no te necesitará en Belgún?
-Zulma siempre creyó que era especial y me envió a ti para que juntas logremos vencer a Horus. El mató a Zulma poco tiempo después que yo la dejara, y si hubiera estado allí seguramente también me hubiera matado. Separadas somos presas débiles, juntas, seremos su peor contrincante.