jueves, 18 de septiembre de 2008

TREINTA Y NUEVE

Merlinda se dirigió al verdadero cuarto donde dormía Victoria con Octavio, los despertó y les pidió que la siguieran, porque allí corrían peligro. La princesa se puso una bata encima de su camisón, le dio la mano a Octavio y cruzaron junto a la hechicera a través de la pared. Se encontraron en medio de un corredor. Caminaron por este y subieron por la escalera que hallaron al final del mismo.
-¿Y Ada?, ¿Y mi padre?- preguntó Victoria.
-No sé.- respondió Merlinda
-¿Y las hadas?- preguntó Octavio
-No se, no se...- volvió a decir la hechicera sin poder disimular su nerviosismo.
En ese momento, Victoria paro la marcha y dijo.
-No seguiré si no me dices qué es lo que está pasando, de qué huimos.
Merlinda se volvió y los miró a ambos a los ojos.
-El castillo fue atacado por los soldados de Pierina. No sé que ha pasado con tu padre, o con tu hermana. Ämbar fue por ella. Tu debes protegerte, no deben encontrarte por nada del mundo- le reveló y siguió adelante.
Pasaron cerca de una ventana y la princesa miró a través de ella.
-¡Padre!- Grito con dolor.

En el medio del patio del castillo, los soldados tenían arrodillado y con el torso desnudo, al rey. Galo miraba al piso y luchaba consigo mismo para no mostrar signos de dolor. Un soldado le pegaba con un látigo en la espalda, otro le cortaba con la punta de su lanza la piel, otros le gritaban y lo insultaban. Oncle estaba también atada cerca de él; podía haber usado sus poderes de hada e irse de ahí, pero no quería abandonar a su rey.
-¡Así que estamos frente a un rey que es muy hombre!… ¡Nada lo estremece!- vociferó el capitán Barbicus aproximándose a la escena. - ¿Así que nada te doblega?, vamos a ver si esto no te conmueve… – Se le acercó, lo tomó del pelo, le tiro la cabeza para atrás y le obligó con sus dedos a abrir más los ojos.
-Mirá lo que tengo para mostraste-. Hizo que sus hombres le trajeran el cuerpo de su hija Victoria y Galo rompió en llanto.- No te preocupes, no sufrió mucho.. tuvo una muerte rápida y certera.
Otros hombres se arrimaron empujando un carro con algo tapado con una tela.
-Pero para que la familia esté completa falta algo.- volvió a decir Barbicus.
Los soldados destaparon el bulto y dentro de la jaula estaba Ada en forma de puma agonizando…
-¿Preferís ver morir a tu otra hija o querés hacerlo primero?
El capitán lo tiro para delante, hasta que su boca tocara el piso, levanto su espada y la bajó con fuerza. Su hoja a penas le rozo la piel, él se detuvo y exclamó:
-Tienes suerte, tu muerte no ha sido mi orden, sino el que vivas culpándote por lo que pasó. Te has quedado sin familia, sin trono, y con un pueblo que te odiara por siempre.

Los soldados subieron a sus caballos y dejaron solo al rey.
Victoria le pidió a Merlinda de ir por su padre, para decirle que no había muerto.
-No Victoria, no podes. Porque la princesa Victoria hoy ha muerto, eso es lo que creen todos y es lo mejor. No hagas Tina haya muerto en vano.

En el patio, Oncle de deshizo de sus ataduras, voló hacia Galo, le desató las manos y lo volteó, puso su cabeza en su regazo, con una de sus hebillas se cortó un dedo y le dio a beber el liquido que brotaba de el. La dulzura de su sangre y su frescura le quitaron la sed y lo hicieron sentir mejor. Lo ayudó a sentarse, y lo dejo para ir hacia Ada. Sus cadenas parecían hechizadas, no podía liberarla, pero con sus polvos de estrella pudo curarle la herida, le dio de beber también de su propia sangre para que se hidratara. Después el hada se acercó despacio al cuerpo inerte de Victoria y se arrodilló a su lado. Una mano se apoyó en su hombre y giró para ver quien era. Tina la miraba sonriente.
-Hermana querida, no pude hacer nada- le dijo Oncle a Tina con una congoja que le partía el corazón.
-No te preocupes Oncle, todo va a estar bien. Pierina no ha triunfado aún. – Y le acarició con su mano la mejilla.
-Estás helada, ¿Qué pasa Tina?
-Nada, estoy bien. Vos sólo ayuda a las princesas.
El vientre de Tina comenzó a cubrirse de sangre. Las hadas de la muerte rodearon a Tina, esta se iluminó y todas desaparecieron de repente frente a los ojos de Oncle.
Ella comprendió entonces que el cuerpo sin vida que estaba a su lado no era el de la princesa, sino el de su hermana Tina que por medio de un hechizo había adquirido la apariencia de Victoria.
No se atrevió a decir nada. Solo se arrodilló, se tiró sobre el cuerpo y lloró desconsoladamente.

Ämbar había salido tiempo antes del castillo para ayudar a la princesa Ada. Ni bien pasó la puerta, nada de lo que vio era real. Unas huellas de felino se perdían hacia la pradera y ella las siguió. Creyó notar un hilo de sangre que acompañaba a cada huella y creyó que la princesa estaría herida. Las pisadas terminaban a la orilla del río. Iba a regresar sobre sus pasos cuando oyó un débil rugido.
-¡Ada!- gritó y un nuevo rugido la hizo cruzar hacia el otro lado. Continuó y en medio de un páramo entre distintas líneas de árboles vio al puma que yacía dolorido.
Se le acercó, le acarició el lomo, sintió que su corazón latía lento. Buscó entre sus ropas una medicina, pero antes de que pudiera reaccionar, el puma se incorporó y la derribó. Fue entonces que no vio al puma sobre ella, sino a Horus.

15 comentarios:

Aguabella dijo...

ANA

Hoy si que he sentido tristeza, el Rey arrodillado en el suelo y todo el dolor que describes se siente, por Dios!!
Cada capítulo me deja sin respiración.
Bellisima la historia.

Un besito preciosa

Libélula dijo...

Ana... no sé qué decir...

Estoy, estoy triste con tus líneas, me dejan sin respiro (como dijo Aquabella) cada oración, cada palabra...

Quise creer cómo desencadenaría todo, me equivoqué enormemente... Me sorprendés con cada capítulo.

Ana, como te dije alguna vez, NUNCA dejes de escribir y regalarnos tan lindas historias.

Sos mi favorita sin dudas, sos MI hada. Te felicito de corazón!!!

Besos de tu humilde seguidora, Liélula.

Libélula dijo...

Ana, en mi Blog hay algo para vos.

No sé si seguí el protocolo...

Pero es el Premio Libélula... y creo que eso es lo que vale.

Besos GI-GAN-TES!

Anónimo dijo...

¿y ahora que? las espectativas de este lector crecen, pero con un miedito.
un abrazo anita, te espero en tres palabras

Anónimo dijo...

Esta vez te ha salido cruel, como era necesario en la narración. Poco a poco.

Ana Ortiz dijo...

Gracias Aguabella por tus palabras.

Libélula gracias por el precioso regalo. Pronto lo voy a colgar por aquí.

Sin miedo Espejo,hoy todo es dolor el Prisia, pero pronto volverá la fuerza por modificarlo todo

David, gracias x pasar.

Marilupy dijo...

Un capítulo de lo más triste...
pero aun así muy bueno!
Te felicito una vez más...
Más éxitos!!!

Un beso.

Elipse dijo...

Anita, mundo mágico de tintes rojos,florece el odio del lector hacía la malvada Pierina, y brota la esperanza de que el final sea tan sorpreviso como la aparición de Horus!!
Un abrazo!!

Diseño y Planificación Comunicacional dijo...

Cuan grande es este blog...

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Ana guapa, nos tienes con el alma en vilo y cápitulo tras cápitulo, todo se enreda más. Ufff, ¡que imaginación tienes niña!
En fin, seguimos leyendo, ¿vale?
Besicos mientras tanto

Pandora & Zeuz dijo...

Es así...hay que sentir de todo..
a veces nos hacés enamorar..a veces llorar...hoy nos toca algo triste...pero eso muestra tu capacidad de llegar a nosotros!
Feliz dia doblemente... por la primavera! y por el estudiante!
Saludos!
PyZ

Mar dijo...

ay... pooobres...

Susana Peiró dijo...

La escena del rey maniatado y torturado es conmovedora. Más encima le muestran el cadáver de Victoria!

Hay dolor, mucho dolor en Prisia...espero que alguna vez llegue la justicia.

Gracias por otro capítulo movilizador de emociones, querida Amiga!

Te dejo mi Abrazo! Y enorme cariño!

Aguabella dijo...

Buenos días ANA

he pasado a saludarte un ratito,
unas vueltecitas por tu espacio.

Un beso guapa

Odiseo de Saturnalia dijo...

Leo tristeza... y a la vez, ira.

Pero no importa, son enfermedades con remedio...

Un silencio, una sonrisa, un paseo... un tiempo.