martes, 10 de febrero de 2009

Capitulo 3

La hechicera tomó la sal y dibujó un círculo que la encerraba junto a Octavio, adentro puso también todas las cosas que él le había llevado, además de un paño de algodón, y un recipiente.
-Este es un círculo de protección, ninguna fuerza negativa podrá entrar en él y podremos así terminar con el ritual antes que despunte el alba.
Ámbar puso el agua bendita en un recipiente, se lavo con ella las manos para quitarse los restos de sal, y se secó con suavidad con el paño de algodón.
-Necesitamos hallar la misma fuerza que otros humanos necesitaron para vencer a la maldad, por eso te hice buscar agua bendecida.- le confesó a Octavio.- ¡Qué esta agua purifique nuestra alma y como San Benito nos de la fuerza para pisar a nuestros enemigos y sabiduría para empuñar la espada! - Dicho esto, dejó caer el agua sobre los pies de Octavio, los frotó con ella, y los secó con la tela haciendo pequeñas friccione; la misma operación repitió con sus manos. Él seguía sus movimientos con devoción; los ojos le brillaban como extasiado por la energía que sentía provenir de ella. El contacto de los dedos con su piel le producían pequeñas descargas de electricidad. Él sentía que su magia era cada vez más poderosa. Admiraba a Ámbar y le temía al mismo tiempo.

En la tierra de los dos soles, donde los caminos del día se borran durante la noche, y el viento modifica el paisaje a su paso. En un lugar escondido se levantaba el coven de la Orden de Ábula. Las trece sillas que ocupaban trece hechiceras fueron quedando vacías a medida que el poder de Horus crecía junto con el reinado de Pierina. Sólo cuatro habían acudido a la reunión ese año. Cuatro cuya magia permanecía entre las sombras: su naturaleza estaba oculta en la vida cotidiana de aldeanas comunes.
Llegaron al lugar vestidas de pueblerinas y una vez que ocuparon sus lugares adquirieron su impronta: amplias capas de colores, cabellos brillantes y largos, sombreros en forma de conos.
Encendieron con sus manos las velas que estaban a ambos lados de sus sillones.
Todas parecían jóvenes, su verdadera edad podía descubrirse en los surcos de sus manos. Iris, la de cabello color negro violáceo rizado, piel blanca y suave como el algodón, era la más longeva, y por lo tanto la de mayor autoridad en la sesión de ese día. Ella se puso en el medio de todas, sacó de abajo de su capa un libro con tapas forradas en cuero blanco con incrustaciones de piedras preciosas; lo levantó en alto y mostrándoselo exclamó:
-Este no es un libro. Es nuestra vida. En sus páginas, las mayores hechiceras han grabado sus secretos, sus descubrimientos, nuestra historia como Orden. Pero principalmente, es un mapa, aquí se guardan la posición de todas las puertas que unen a nuestro mundo con los otros, la ubicación de nuestro mayor templo y la de los tesoros del mundo mágico. Todo está aquí, y quien lo tenga poseerá el poder total. Desde hace siglos nos hemos negado a otorgárselo a uno sólo de los nuestros o de nuestros reyes, hemos cuidado de él para garantizar la paz. Pero es la primera vez que realmente está en peligro. Por eso creo que ya no puedo seguir cuidando de el sola. Es algo que tenemos que hacer todas. ¡Nosotras seremos el libro!

Después del agua bendita, Ámbar tomó el cuchillo antiguo, en su empuñadura había un puma grabado. Movió sus manos y apareció una copa. Tomó una de las manos de Octavio, la puso encima de ésta con la palma para arriba y con el cuchillo le hizo un tajo profundo. Se hizo uno igual en su mano y la unió a la de él apretándosela con fuerza. Sus sangres se mezclaron y cayeron en la copa. Mientras las gotas caían, la copa se iluminaba y los destellos formaron una cadena dorada que sujetaba ambas manos, entonces la hechicera levantó el cáliz lo movió para que su contenido se mezclara bien y bebió de el y le dio a beber a Octavio.
-Ya tienes sangre prisiana corriendo por tu cuerpo, ya eres digno como cualquiera de sus habitantes de pelear por Prisia u ocupar un lugar en su reino.

Iris dejó que el libro se suspendiera en el aire y dijo:
-Desde hoy nuestra piel será las hojas del libro, sólo juntas el poder estará completo, si una de nosotras muere, el poder jamás podrá volver a reconstruirse, y los secretos estarán a salvo para siempre.
Entonces las hechiceras dejaron caer las capas a sus espaldas, desabrocharon los botones de sus vestidos y se abrieron de abrazos para mostrar su piel. Iris cerró los ojos y el libro comenzó a arder. Las cenizas calientes empezaron a volar por la habitación.

Ámbar tomó el aceite, lo bendijo con su varita y mojó su dedo pulgar, luego lo apoyó en la frente de Octavio mientras pronunciaba unas palabras en una lengua que él no había oído antes.
- El agua limpia, pero se evapora; el aceite penetra y su marca jamás se quita del espíritu.- En ese instante ambas manos de la hechicera estaban apoyadas en la frente de Octavio.- Por el poder que me fue concebido por mi madre, Brisa, en representación de la Orden de Ábula, yo Ámbar, protectora espiritual de Prisia, te consagro Rey.

El libro se encendió por completo y todas las cenizas se empezaron a pegar en la piel de las hechiceras, y como si fueran tinta escribían sobre ellas frases, fórmulas; dibujaban caminos, senderos, estrellas, y puntos cardinales.

La hija de Brisa volcó el ácido sobre el cuchillo:
- Tu poder será como este ácido, derretirá las armas de los enemigos y de las filas contrarias surgirán los otros hombres dignos de reinar con sabiduría y paz.
El cuchillo se derritió bajo el ácido y de él surgió uno nuevo, cuyo filo era más brillante y cortante, pero en la empuñadura, dos pequeñas espadas cruzadas estaban unidas por un lazo.

Cuando la tinta, o las cenizas acabaron su tarea. Las pieles recobraron su forma.
- Ahora sí podemos regresar a nuestras vidas… solo cuidemos de que ningún otro hechicero pueda vernos desnudas.

Las velas que rodeaban a los cuerpos de Ambar y Octavio ardieron sus últimos vestigios de vela, a lo lejos el ruido de una ciudad que despertaba fue un arrullo para ellos que se dejaron vencer por el sueño. Antes de dormirse ella ató al cuello de Octavio una bolsita con el corazón de topo disecado y celidonia: “esto será tu escudo frente a tu enemigos”.

Debajo de los dos soles, el lugar donde se levantaba el cover despareció por el viento y la arena.


Continuará...

6 comentarios:

Carla dijo...

hoy tengo una frase de tolkien que siempre me parecio maravillosa:"...en medio del llanto resplandece la alegria, y a la sombra de la muerte hay una luz que resiste...". gracias por tu historia, te sigo leyendo...

Cachibache dijo...

No se qué escribir. ..La mezcla de sangres son una imagen muy fuerte. Y la estrategia para proteger al libro me pareció buenísima!
Besos Ana!
Con muchas gaans espero el cuarto capítulo.
Chau Chau!

Aguabella dijo...

Hola Ana

De nuevo comienzo mi caminar en este mundo despues de un tiempo sin poder entrar, me pongo al día con la historia.

Un beso preciosa

Anónimo dijo...

Gracias por visitarme, niña. Espero que te gustara mi desván. Me he imprimido tu historia y así podré leerla en la cama. Un beso fuerte y cuídate.

Libélula dijo...

Ana, mi hada!

¡Increíble este capítulo! ¡Impresionante las imágenes, las frases, las sensaciones! Estoy anonadada!

Gracias por regalarme un mundo tan especial y dejarme llevar, vivir a través de cada capítulo. Sintiendo amor, odio, admiración, dolor... GRACIAS!

Besos desesperados por un nuevo capítulo!
Libélula!
PD: Hoy voy a lo de mi mommy, estarás presente. Ya te tuve presente todo el día y dentro de unas horas, nos estarás acompañando en la mesa, sobremesa y lavando los platos! Te quiero!

Ricardo Tribin dijo...

Querida Ana,

Siempre es muy grato visitarte y recibir tu gran produccion literaria.

Tu ingenio narrativo es de lo mejor.

Un abrazo grande