lunes, 2 de junio de 2008

VEINTISEIS

El águila es, de todas las aves, la más fuerte, menosprecia a los animales pequeños y sólo come la presa que ella hace. Pierina, a diferencia de su hermana Napea, siempre disfrutó de la posibilidad de ser una animal por las noches, y desde que sintió el olor a sangre fresca y el sabor de la carne, no pudo dejar de cazar y devorar. No sentía culpa de destruir los rebaños de sus propios aldeanos, o en sus días más oscuras, de arrebatarle su pequeño a una joven madre. Ni siquiera, tuvo compasión por su propia hermana.
La noche que Humer y Prisia debían enfrentarse en la llanura blanca, entre las montañas de los dos ogros, Pierina se puso al frente de su ejército, con sus uñas afiladas para atacar al puma azul en el que se convertía su hermana. Pero cuando las espadas chocaron, los prisianos estaban sin su capitana. Entonces, Pierina intuyó que algo había pasado. Sobrevoló la región para buscarla y la vio a Napea cruzando con sus críos el portal de los dos árboles. Pierina la esperó entre las sombras, y cuando Napea emprendió su viaje de regreso, la atacó como a una más de sus presas: descendió hacia ella en líneas espirales y zumbando se le precipitó con las garras abiertas y distendidas, las hundió en su cabeza, cerca de sus ojos, para cegarla. La hizo tambalear y caer, pero antes de que tocara el piso, Pierina la tomó y se la llevó a un refugió secreto dentro de la montaña de roca negra, un lugar inaccesible para un humano, y ahí presa ella misma de su odio desmedido, la destrozó y comió su carne, hasta que un rayo de sol le anunció el día, y sintiendo asco de su arrojo, dejó abandonado el cuerpo de su hermana para las aves carroñeras.
Pierina, después de veinteaños, dejó caer una lágrima y sintió algo de arrepentimiento en su interior. Pero una luz y un movimiento extraño de las ramas en el centro de uno de los bosques que hay camino a Prisia la alertaron, el instinto animal volvió a privar por sobre su condición humana. Extendió las alas y partió en vuelo hacia allí.
Olió a humo, y oyó el dulce cantar de una elfa. En círculos se fue acercando hasta un claro y pudo ver a una joven que a simple vista le recordó a su hermana. Sin dudarlo se precipitó sobre su nueva presa. Sintió que sus garras se clavaban en la carne, pero cuando volvió sobre ella una luz brillante se interpuso en su visión y cayó a tierra.
Se sacudió su plumaje, dejó ver la desnudez perfecta de su cuerpo, y se paró erguida y desafiante.
-¡Brisa, qué sorpresa, te creía muerta!- su malestar se notaba en su rostro y en su tono de voz cuando vio a la joven de cabellos de fuego.
-Soy Ámbar, hija de Brisa y usted es…
-¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja!- Pierina río con sarcasmo.- Hace tiempo que no me reía así… ¿Quién soy?... es una pregunta que ningún viajante se atrevería hacerme en mis propias tierras… ¿Estás sola?- le dijo acercándosele intimidante.
-Está conmigo – dijo Arturo saliendo de entre los árboles y dejando caer sobre las espaldas de Pierina una capa de seda verde.
-¡Arturo!, veo que mi belleza aún te sigue pareciendo peligrosa- coqueteó Pierina mientras se cubría con la capa.
-¿Qué quiere?- le preguntó el elfo con sequedad.
-Saber qué hacen en mi bosque.
-Los bosques nunca le pertenecieron ni les pertenecerán a ningún reino. Los bosques son de sus pobladores nativos: los elfos, las hadas y los duendes. Y somos dueños de invitar a ellos a nuestros amigos.
-Y… me pareció que estaban celebrando algo…
-Ya vete Pierina- la desafió Arturo- no hay nada acá que a vos te interese.
-Te equivocas- le dijo, y dejó caer la capa a un costado de su cuerpo, caminó hacia los árboles. Aún, con forma humana Pierina tenía la visión y el instinto para hallar su botín, extendió su brazo y de sus manos surgieron garras que empezó a pasar por entre las hojas. Ámbar movió su barita y entre Pierina y los árboles se elevó un muro que le impedía pasar. Se volvió furiosa hacia Ámbar y le dijo: “No juegues conmigo, tu madre no pudo vencerme, menos lo lograras vos”. Y extendió sus brazos a cielo y en forma de águila dejó el bosque.
Cuando el peligro estuvo lejos, el muro como arena se deshizo, el bosque se iluminó por las luciérnagas y quedaron al descubierto las elfas, las hadas, Ada, Octavio y Victoria. Ella tuvo que curarse el brazo, el mismo que en sueños un águila le había herido, pero que está vez fue real.

20 comentarios:

Mar dijo...

qué maaaaaala que es...

Cecy dijo...

al menos tenemos a las hadas, duendes y elfos, ellos tienen toda la magia del bosque para ayudar..

besitos

Anónimo dijo...

un aguila asesina, nunca falta un personaje jodido que nos arruine la fiesta.

Resiliente dijo...

se esta poniendo fantastico. besos

Recomenzar dijo...

Simplemente bello.Te dejo sonrisas y besos

Aguabella dijo...

ANA, que rabia me produce Pierina,aunque esa lagrima derramada en un momento de arrepentimiento quizas dejó por un momento ver un poquito de alma.
esperaremos el siguiente capítulo.

Un besito reina

Susana Peiró dijo...

Ah, el instinto animal! Has recreado tu personaje con la lucha que los humanos mantienen desde épocas inmemoriales consigo mismos.

Vencer la bestia en nuestro interior, encontrar los rasgos humanos...la tarea de Pierina.

Preciosa entrega, querida amiga!

Muchas Gracias!

Mi abrazo de siempre para Vos!

Francisco Ortiz dijo...

Cruda esta parte, difícil de digerir. E interesante, claro.

Nanny Ogg (Dolo Espinosa) dijo...

¡Qué perversa! 'Qué malvada!

Besos

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Horriblemente mala, muy mala , no tiene corazón, pero ya veremos quién puede más. Espero el próximo.
Besicos

mArXelLa dijo...

la mezcla de realidad con los sueños siempre es imprescindible...
me gusta!! que buen capítulo. Un beso

Elipse dijo...

Por las hadas,por la magia de sus relatos,para ud en mi blog un presente!!
Anita,ando a las corridas, estudio trabajo y estar lejos de casa me impide pasar y publicar!
Un abrazo!1

Unknown dijo...

Magia, vida, bosques.

me siento muy cómodo en tus escritos.

un abrazo

estaré pendiendte...

Mil veces debo dijo...

Hadas, elfos y la contracara...
A veces pareciera que se pueden ver y tocar
Mil cariños

Libélula dijo...

Hola Ana! Me puse al dia despues de tanto tiempo!

"Los bosques nunca le pertenecieron ni les pertenecerán a ningún reino. Los bosques son de sus pobladores nativos: los elfos, las hadas y los duendes." Los bosques son magicos... como tus historias, y tambien como el alma de cada uno... Vos tenes un alma especial...

Estoy con mucho trabajo y aun no halle un equilibrio entre el y mi vida personal. Tratare de pasar mas seguido.

Muchos besos, Libelula

Ricardo Tribin dijo...

ANA,

HISTORIA MARAVILLOSA Y SENSITIVA.

ES PRECISO ANOTAR QUE EL AGUILA(LA BUENA Y COHERENTE)ES EJEMPLO DE PROGRESO..PODER...VALOR E INTELIGENCIA SIN OLVIDAR SUS INSTINTOS TAL Y COLO LE PASA AL TIGRE O AL LEON..

MIL GRACIAS POR ESTE TAN MAGNIFICO POST

Mar dijo...

q pasó?

Ana Ortiz dijo...

Voy a actualizar mañana a primera hora. Hoy no llegué.

Ana Ortiz dijo...

Voy a actualizar mañana a primera hora. Hoy no llegué.

Ana Ortiz dijo...

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