lunes, 8 de octubre de 2007

PLANES CRUZADOS CAPITULO 15

A Brenda se le cerraban los ojos, estaba cansada, había sido un día difícil, uno de los más difíciles de su vida. No le gustaba mentirle a Paula, pero sentía que sus intenciones eran buenas, algún día podía revelarle todo y ella la entendería, porque se daría cuenta que todo lo que hizo, lo hizo para que estuviera mejor. Paula era demasiado buena, y frágil, y seguramente sino estuviera ella en su vida, ésta sería una sucesión de decisiones equivocadas. Brenda pensaba así para autoconvencerse de que sus actos eran francos, y que todo saldría bien.
De pronto vio movimientos fuera de la ventana de Paula que llamaron su atención, pero no pudo distinguir bien, así que sacó un prismático de un cajón de su cómoda. Al ajustar la visual comprobó que era Aghata, la gata de la familia, la que arañaba con sus patas el vidrio de la ventana. La felina hizo ese movimiento varias veces, después se subió a una rama de un árbol cercano y bajó al jardín. Caminó hacia la puerta trasera, la que da al lavadero. Saltó hacia el picaporte, una y otra vez; logró colgarse, pero la puerta no se abrió. Volvió sobre sus pasos y se recostó en una hamaca mullida cercana al lugar.
Le parecido extraño a Brenda que Paula no le abriera, tal vez estaba dormida, pero sabía que si la gata supiera que hubiera alguien en la casa no se daría porvencida, maullaría hasta conseguir su objetivo. No lo dudo, bajó a la planta baja y salió al patio trasero de la casa; llego hasta la tapia de la casa de Paula, y ayudada por una escalera pasó al otro lado. Cuando Aghata la reconoció corrió hacia ella, Brenda la acarició y tomó en los brazos. Cuando llegó a la puerta decidido usar su copia del juego de llaves que nadie conocía que poseía y que ya había usado en otras oportunidades. Caminó en puntas de pie por la planta baja, las luces estaban encendidas, pero Paula no estaba, entonces subió al primer piso, antes de llegar al final de la escalera vio abierta la puerta de su cuarto, caminó hacia él y comprobó que no estaba allí tampoco, recorrió todo el piso y nada. "¡No puede ser!", gritó desesperada. La gata asustada saltó de sus brazos y salió corriendo: en los ojos de Brenda había un destello de odio.

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