sábado, 8 de diciembre de 2007

PLANES CRUZADOS CAPITULO 39

Laura llamó a uno de los agentes de seguridad que solía acompañar a su marido a hacer los trámites por los bancos para que las acompañara y condujera el auto mientras retiraban el dinero. El automóvil estaba blindado, desde que Roberto había sufrido un atraco a la salida de su estudio había tomado la decisión de brindar sus autos. También había contratado seguridad privada para que lo condujera en la realización de sus trámites, y también para que la acompañara a Laura, especialmente para cuando estuviera en el museo y cuando tuviera que trasladar piezas de arte.
Roberto era tan precavido en materia de seguridad, decía que “le había costado mucho obtener lo que tenía para que un desgraciado se la arrebata en un segundo”. También su ambición, su popularidad y su creciente fortuna le habían prodigado varios enemigos. Por temor o por desconfianza, había sacado cuentas en diversos bancos, a nombre de Laura y Paula la mayoría, pero él era cotitular de todas, de manera que no pudieran hacer un gran retiro de alguna de ellas. Laura había convencido a Paula para que sacara una caja de seguridad a nombre de ambas, le había dado un sobre con dinero para que se lo guardara (del que Paula nunca supo cuánto era, ni se animó a abrirlo, le parecía que era algo privado de su madre y lo respetó). Sólo ellas dos sabían de esta caja, no le habían dicho nada a Roberto, por eso Laura le dejó las llaves a su hija, y cuando tenía que hacer un retiro o dejar algo le pedía que la acompañara. Hace dos meses atrás había guardado unas pinturas, las que iba a ir a retirar hoy.
Lo detallista y obsesivo de su marido con la seguridad le daba desconfianza con respecto a lo que la había pasado el sábado. Era incapaz de salir solo con alguien al que no conocía y menos hacerlo subir al auto. El que lo atacó debía ser un conocido, pero su hija no, su hija era imposible.
Florencia acompañó a Laura a retirar cien mil pesos de una de sus cuentas, lo máximo que le era permitido, sin autorización de Roberto. Después se dirigieron a otro banco y esta vez bajo sólo Laura, era para retirar dinero de la caja.
Cuando regresó, Florencia notó que traía dos bolsos, y que el dinero anterior lo había puesto en uno de ellos.
- Ya está. Sólo hay que esperar que llamen.
- Donde esperamos. Vamos a su casa- preguntó Florencia.
- No. Mejor al museo. Allí hay una caja fuerte, podemos dejar todo ahí hasta que llegue la hora.
Laura había apagado su celular. No quería interrupciones. Iba a prenderlo camino al museo, pero prefirió dejarlo así, cuando lo necesitara ella se comunicaría con el resto del mundo. Ahora tenía que pensar en ella, una vez en la vida sólo en ella.

3 comentarios:

AnimaKata dijo...

que lindo blog! lo acabo de descubrir. Muy intrigantes los relatos, me gustaron mucho, te seguire leyendo!!
besos
georgi

AnimaKata dijo...

Permiso, agrego el link de tu blog en el mío.

Anónimo dijo...

zarpado.. cada vez se pone mejor..
una pequela corrección: es blindado..

un beso y espero al lunes!