viernes, 14 de diciembre de 2007

PLANES CRUZADOS CAPITULO 42

Florencia regresó al despacho de Laura. Su asistente ya le había dejado los dos cafés y los tostados en una mesa cercana a su escritorio. Laura la invitó a sentarse y a comer. “Nos espera una tarde larga, hay que reponer fuerzas”, le dijo, y le preguntó si se sentía mejor, porque le veía mejor semblante y si había tenido alguna noticia de su hermano. Florencia volvió a lagrimear, se secó con sus dedos las lágrimas, y le dijo que estaba algo mejor, pero que todavía no la había llamado.
Comieron en silencio. Florencia estudiaba los gestos de Laura, la delicadeza con la que tomaba la taza y el pan, la suavidad con la que su mano corría los cabellos que le caían sobre el rostro. Detenía su mirada en su boca en esos ojos… “esos ojo, esos ojos…, sí que es realmente hermosa, pensó, más hermosa de lo que le habían dicho, una mujer difícil de olvidar y de dejar”. Laura a su vez, se sentía observada, se mantenía junto a Florencia porque ella era su único contacto con los secuestradores, había algo en ella que no le gustaba, le parecía que no había sido del todo sincera. Trataba de mirarla sin que se diera cuenta, cómo tratando de llegar a lo que pensaba su mente. Cuando ambas miradas se cruzaban, las dos bajaban la vista, sin decir nada.
El silencio se cortó por el sonido del celular del bolso de Florencia.
Eran uno de los secuestradores, le preguntó si había conseguido el dinero. Cuando respondió afirmativamente, le indicó que la volvería a llamar a las siete y media de la tarde, que debía estar estacionada a esa hora, en la ruta 9 kilómetro 2, en una playa de estacionamiento de una estación de servicio, que de ahí él le indicaría a donde debía moverse para realizar la entrega del dinero. Florencia pidió hablar con su hermano, pero le cortó sin recibir respuesta.
Para la hora indicada faltaban tres horas, tres eternas horas. Florencia se apartó a otra sala y se recostó en un sillón abrazada al celular para poder oírlo si se quedaba dormida. Pronto los párpados comenzaron a pesarle y se dejó ganar por el sueño.
Laura primero llamó a Brenda para contarle las últimas novedades: la mejoría de Roberto, el llamado de los secuestradores y la hora fijada para la entrega del dinero. Después, fue hacia su escritorio, se inclinó en su sillón y empezó a recorrer con su mente cada momento que la había conducido hasta allí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

genialll una yapaa!!! graciass!!!
(encima está buenísima^^)